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ORGULLO UNAB: Ingeniero investiga propiedades de la cáscara de arroz para la fabricación de hormigón

Brian Sánchez, estudiante de quinto año de la carrera de Ingeniería en Construcción, explica que existe una buena oportunidad de crear un hormigón «ecofriendly».

 

Casi Ingeniería Civil UNAB, quien lidera una investigación al respecto.

¿Cómo surgió la idea de desarrollar este proyecto?
En mi segundo año de universidad, tomé un ramo de formación general llamado «Cómo elaborar una investigación científica». Para el trabajo final había que inventar una investigación con el grupo de trabajo, pero me encontré un paper sobre la reparación de vigas de concreto reforzado con un compuesto cementante ecológico, utilizando ceniza de todos los desechos de la creación del aceite de palma (POFA). Esta investigación me quedó gustando y le pedí al profesor si podía presentarlo en clases y él accedió.

¿Qué ocurrió después?
Durante ese semestre me leí una gran cantidad de investigaciones de ese estilo, todo lo que tuviera relación directa con la construcción. Pero a pesar de las ganas que tenía, guardé mis apuntes e ideas ya que no tenía ni los conocimientos ni la madurez para realizar una investigación científica. A principios de este año reanudé la búsqueda del conocimiento, esta vez con la teoría aprendida y una pizca de experiencia en terreno.

Cáscara de arroz

En el proceso, Brian descubrió que la cáscara de arroz es rica en silicio, un componente clave dentro de la industria cementera como material puzolánico, es decir, como material que favorece la aglomeración del hormigón. «Buscando una fuente económica y ecológica, decidí enfocar mis esfuerzos en esta cáscara de arroz. Qué mejor que darle un nuevo propósito al principal subproducto de esta industria», dice.

¿En qué consiste la investigación?
La investigación se llama «Propiedades físicas y mecánicas del hormigón utilizando ceniza de cáscara de arroz como material cementicio suplementario», y en resumen, está enfocada en reemplazar un porcentaje del cemento por ceniza de la cáscara de arroz para confeccionar hormigón. Se utiliza cemento de alta resistencia, ya que ese tipo de cemento de usa normalmente en las obras de construcción, y se comparan las propiedades físicas y mecánicas con un hormigón convencional.

¿Cuáles son las aplicaciones prácticas de este proyecto?
Su principal aplicación es como hormigón estructural convencional. En otras palabras, útil para todo tipo de edificación urbana. Su uso para suelos agresivos, penetración de aguas y como reemplazo de aditivo acelerante son parte de la investigación y sus resultados aun están por verse.

¿Cuáles son tus expectativas con él?
Que la resistencia sea mayor o igual al hormigón convencional, ya que tiene que ser competente para ser usado en obra, que demuestre una buena resistencia ante los ataques químicos y baja penetración de agua para utilizarlo en obras marítimas, tratamiento de aguas, zonas de constante hielo-deshielo, entre otros, que su resistencia temprana sea mayor al hormigón convencional sin sacrificar resistencia a largo plazo. Y por último, que este hormigón se utilice en aplicaciones reales de construcción.

Apoyo de la Universidad

¿Estás trabajando con más personas en el proyecto?
Actualmente trabajo de lleno con el Señor Walter Vicencio (en la imagen, a la izquierda), funcionario de la Facultad de Ingeniería, y además de él, cuento con el apoyo del señor Guido Rietta de la empresa «Consulting and Energy» y la ayuda entregada por el personal de la Facultad de Ingeniería de mi sede (República).

¿Cómo te apoyó la UNAB en el proyecto?
Con orientación, uso de laboratorio, sugerencias, criticas, bibliografía y más. He contado con el apoyo de la universidad desde la primera vez que me acerqué a conversar sobre mis deseos de llevar a cabo una investigación científica con la directora de la carrera de ingeniería en construcción, Carmen Muñoz y el director de ingeniería civil, Mauricio Toledo.

¿Cuáles son las competencias que te entregó UNAB en tu desarrollo profesional?
El manejo de las habilidades blandas y las ganas de hacer las cosas bien, con autocrítica y mejora continua.

Escrito por: Prensa-UNAB