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ORGULLO UNAB: Dr. Carlos San Martín cuenta cómo busca derribar el mito de que “ir al dentista es sinónimo de un mal rato”

Tiene 30 años, se tituló de Cirujano Dentista en la Facultad de Odontología de la U. Andrés Bello, y es dueño y director de una clínica odontológica que trabaja con tecnología de última generación. Esta es la historia de quien además mantiene un compromiso social a prueba de todo.

“Elegí estudiar Odontología específicamente por el rol activo del profesional”, abre el diálogo el Dr. Carlos San Martín, titulado de la Facultad de Odontología de la U. Andrés Bello.

Tras vivir 18 años en la Tercera Región, volvió a Santiago. Hoy este profesional, Magíster en Odontoestomatología y especialista en Implantología Bucomaxilofacial, a sus 30 años tiene un destacado currículo y diversas actividades que le obligan a correr de un lado a otro durante el día.

¿Qué recuerdas de tu paso por la UNAB como estudiante?
Muchas cosas, buenas y malas. Desde el deporte, los amigos, los docentes, sus pasillos, trasnoches por estudio, horas en la biblioteca, entre otras. Pero me quedo siempre con lo lindo del camino recorrido, y el aprendizaje a distintos niveles que influenciaron para poder ser lo que hoy he logrado ser.

rel=»attachment wp-att-231181″>¿Cuáles han sido tus logros en lo profesional?
Llevo más de tres años como dueño y director de Clínica Odontológica Deluxe en Santiago Centro, donde trabajan conmigo nueve profesionales de distintas especialidades. Ha sido un gran desafío, pero algo muy reconfortante cada vez que vemos a nuestros pacientes agradecidos por el nivel de trabajo en calidad que se realiza en nuestro centro de atención y con un ambiente de respeto y cariño hacia ellos y entre nuestros profesionales. Además, me desempeño como implantólogo en MegaSalud, uno de los conglomerados más grandes de clínicas médicas y dentales del país. Por último, soy director de difusión y redes sociales de la Corporación de Acción Social Odontológica de la UNAB, donde realizamos operativos odontológicos gratuitos para comunidades vulnerables a lo largo del país. Esto ha sido un gran aporte para la población de parte del alumnado de nuestra facultad y generar una vinculación con el medio de parte de nuestra casa de estudios.

¿Cómo nace la idea de formar una empresa?
Nace por las ganas de ser independiente, el poder darle un sello distinto de cercanía en la atención que nos distinga del resto de los centros de atención. Además de poder aspirar a más con futuras nuevas sucursales y poder masificar esta idea de atención personalizada, afable y que muchas más personas puedan experimentar una atención sin dolor al ir al dentista y derribar el mito de que: «Ir al dentista es sinónimo de un mal rato».

¿Lo más complicado de formar una propia empresa?
Yo diría que, por una parte, tiene que ver con la burocracia administrativa que conlleva la planificación y ejecución del proyecto, sumado a esperar los primeros años, donde la inversión se consolida y donde hay mayores riesgos de que el proyecto fracase.

¿Cómo ha sido tu perfeccionamiento como cirujano dentista?
Efectivamente, dentro de mi área donde recuperamos piezas dentales ausentes de manera fija, mediante tornillos de titanio que se colocan en el hueso, me he ido especializando en el área digital en la planificación de los implantes dentales, donde mediante un software computacional realizamos una verdadera cirugía de manera previa al paciente sin haber realizado ningún tipo de intervención en el mismo, y donde podemos realizar cirugías mínimamente invasivas, con tecnología pionera en nuestro país y a nivel mundial, donde mediante una férula en resina generada en una impresora 3D, hacemos de las intervenciones quirúrgicas algo muy cómodo y muy localizado para el paciente, y un post operatorio ideal y sin molestias. Todo esto lo he podido combinar con cursos de anestesia sin dolor y sedación.

rel=»attachment wp-att-231182″>Al parecer, existe un gran compromiso con la tecnología en tu empresa…
Sí, por ejemplo, la anestesia sin dolor consiste en un lápiz que trae incorporado un micro computador, donde ya no está la carpule, que es esta jeringa metálica que usan los dentistas, y donde el dolor en la anestesia, ya no existe. Esto sumado a un equipo de sedación consciente de óxido nitroso, donde mediante un vapor inhalatorio inocuo, conocido como el gas de la risa, el paciente entra en un estado de total relajación y al combinarlo con esta anestesia sin dolor, es una atención que le denomino “odontología libre de estrés”. Por primera vez, ir al dentista dejó de ser un sufrimiento.

¿Qué haces en tu tiempo libre?
Me gusta mucho el deporte, voy al gimnasio, compartir con mis padres y abuela materna, salir con amigos, ir a la playa o al Cajón del Maipo en salidas espontáneas e improvisadas. Soy muy simple para mis cosas en realidad, no me complico con los panoramas.

¿Recomendarías a un futuro hijo estudiar Odontología?
Hoy por hoy, no, netamente por un tema de falta de campo laboral. Para una población como la chilena, la OMS recomienda 1 profesional cada 2 mil habitantes. Actualmente, nuestro país posee un profesional cada 1.140 personas, según datos entregados por el Colegio de Cirujanos Dentistas de Chile. Se proyecta que en 6 años habrá un dentista cada 625 habitantes, lo que vislumbra un campo laboral muy reducido para nuestros profesionales. Ahora, si hubiera en un futuro una regularización del mercado de profesionales, eventualmente me gustaría que estudiara y lo hiciera con gran pasión como siento que yo lo realizo. Si hablamos estrictamente de lo profesional, se lo recomendaría absolutamente, ya que es una profesión que llena el alma al ver como sanan nuestros pacientes, porque trasciende más allá de algo meramente estético, muchas veces cambiamos vidas.

Escrito por: Sonia Tamayo