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Coincidencias del Bicentenario: Las tragedias que han marcado cada festejo

Casualidad o no, cada celebración importante de la independencia ha estado marcada por un elemento: una tragedia. Ocurrió en 1910 cuando fallecieron dos mandatarios y en la celebración de los 125 años con la grave crisis económica. Luego en 1960 en los festejos de los 150 años y el terremoto más potente de la historia, […]

Casualidad o no, cada celebración importante de la independencia ha estado marcada por un elemento: una tragedia. Ocurrió en 1910 cuando fallecieron dos mandatarios y en la celebración de los 125 años con la grave crisis económica. Luego en 1960 en los festejos de los 150 años y el terremoto más potente de la historia, lo que se repite hoy en el Bicentenario con el movimiento telúrico de 8,8 del 27 de febrero.

Las celebraciones más relevantes de la independencia de Chile han estado marcadas por acontecimientos que obligan a trasformar el tan esperado festejo. Es así como en las conmemoraciones simbólicas más relevantes de nuestra historia, la desgracia ha sido un elemento que se repite una y otra vez, asegura Carlos Donoso, director de Licenciatura en Historia de la Universidad Andrés Bello.

“El Centenario de 1910 es recordado más como el año de la muerte de dos mandatarios que por la fastuosidad largamente anunciada”, sostiene Donoso. La fecha que era esperada como el momento para mostrar al país como una nación moderna, especialmente por la ciudad de Santiago que inauguró nuevos edificios como la Estación Mapocho y el Museo de Bellas Artes, tuvo como protagonista un insólito acontecimiento en cinco meses se sucedieron cuatro presidentes: Pedro Montt Montt, Elías Fernández Albano, Emiliano Figueroa y Ramón Barros Luco.

Aunque el fallecimiento de Pedro Montt era inminente, la de su sucesor fue una sorpresa: “La transición, llevada adelante por el ministro de mayor antigüedad del gabinete, sólo contribuyó a trasformar a 1910 en el año que, sin que mediase alteración del orden público, Chile tuviese cuatro presidentes. Este hito sólo ha sido superado por los siete presidentes de 1932, en muy distintas circunstancias”, señala el académico.

Crisis y terremoto

La grave crisis económica de los años treinta transformó el recuerdo de los 125 años de independencia en un suceso de menor relevancia, frente a la necesidad solucionar los problemas sociales heredados de las décadas de dependencia salitrera. Tras la depresión mundial, dice Donoso, con una economía en ruinas, con niveles de cesantía cercanos al 30% y un panorama político polarizado por disputas ideológicas, la conmemoración pasó prácticamente desapercibida.

En 1960, cuando correspondía festejar los 150 años de la patria, los preparativos se vieron opacados por un acontecimiento ajeno a la política o la economía. Los terremotos del 21 y 22 de mayo de 1960, que causaron la muerte de más de dos mil personas, replanteando la inversión fiscal hacia la reconstrucción de gran parte del sur y suprimiendo, por lo tanto, los gastos oficiales de celebración.

Similares motivos redujeron el aniversario 175 a un simbolismo no mayor que el de un año normal. “El terremoto del 3 de marzo de 1985, complementa el historiador, aunque con menos víctimas, dejó casi un millón de damnificados en la zona central. A la moderación de la fecha por el terremoto, se sumo al igual que lo ocurrido en 1935, la crisis económica y las circunstancias políticas de la época”.

Fiesta Bicentenario

La celebración del Bicentenario, indica el experto, se planificó como un evento que rompería la tendencia de fiestas mínimas y legados menores para celebrar el aniversario patrio. Con una institucionalidad de gobierno en marcha, se realizaron planificaciones grandilocuentes con obras monumentales que reflejarían el espíritu de nuestra época.

El terremoto del 27 de febrero, que con una intensidad 8,8 destruyó gran parte del sur del país, sin embargo, modificó drásticamente los planes para este bicentenario. Todo se redujo todo a niveles de celebraciones anteriores, es decir, sin un gran gasto fiscal, asegura Carlos Donoso.

“Es complejo señalar si se trata o no de desafortunadas coincidencias. Cae en la misma lógica el que nunca antes del Centenario un Presidente muriera por causas naturales en el ejercicio del cargo o que los terremotos siempre fuesen fines de semana, festivos y a hora de escasa circulación. Hay, simplemente, misterios que escapan a toda lógica histórica”, concluye.

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Paulina Sepúlveda

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Escrito por: Prensa-UNAB