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Daniel A. Bell en UNAB: “En China la legitimidad de los dirigentes son sus habilidades superiores y su virtud”

«Ellos tienen el apoyo de la gente porque supuestamente tienen habilidades superiores y virtud», expuso Daniel A. Bell, académico de la U. de Tsinghua, en la conferencia “China y el Poder Político: ¿cuáles son los motores de su sistema?”, en UNAB.

«Ellos tienen el apoyo de la gente porque supuestamente tienen habilidades superiores y virtud», expuso Daniel A. Bell, académico de la U. de Tsinghua, en la conferencia “China y el Poder Político: ¿cuáles son los motores de su sistema?”, en UNAB. 


La meritocracia política es la idea de que el sistema político debería ser diseñado con la finalidad de seleccionar y promocionar líderes con cualidades, capacidades, virtudes y habilidades sociales superiores.

Así lo expuso el académico Daniel A. Bell, profesor de teoría política y filosofía en la Universidad de Tsinghua, en China, en la conferencia “China y el Poder Político: ¿cuáles son los motores de su sistema?”, que realizó en la Universidad Andrés Bello (UNAB).

“Suena un poco intuitivamente obvio, cualquier persona racional quisiera ser gobernada por un gobernante inteligente, por alguien virtuoso, al menos en el sentido de tener un compromiso con su comunidad y servirla, en vez de ser corrupto y malversar fondos para servir sus intereses personales”, dice.

Pero la meritocracia política, agrega, ha sido casi eliminada del discurso político, al menos desde la Segunda Guerra Mundial, en los países occidentales. “(Esto) debido a esta hegemonía de la idea de que solo hay una forma legítima de elegir líderes mediantes las contiendas políticas, las elecciones competitivas”, plantea.

Sin embargo, precisa, esta tradición de meritocracia política ha sido la corriente principal en China en los últimos 2500 años, desde los tiempos de Confucio. Bell explica que el debate en China –y qué él intenta explorar en su último libro– se ha centrado en cuál debiese ser la habilidad más importante que debe tener un líder y el mecanismo más adecuado para promover a líderes con dichas habilidades.

De acuerdo con Bell, esta tradición de meritocrática política es un sistema que tiene una burocracia gubernamental diseñada para seleccionar y escoger a las personas que tienen las mejores virtudes y cualidades para ser líderes. Para ello utiliza dos mecanismos: la examinación para seleccionar a estos líderes y la promoción, que implica demostrar su rendimiento en niveles más bajos de gobierno para luego ser promovidos a niveles más altos.

Eso, dice Bell, es lo que China ha reestablecido en los últimos 30 años. “El modelo chino es muy centralizado, pero en muchos aspectos es descentralizado”, añade. Y es que a su juicio una virtud de esto es que permite la experimentación en niveles inferiores del gobierno, para ver si funcionan experimentos y proyectos privados, reformas al mercado y experimentación con la moneda, entre otros. Después de ver si funciona sin generar demasiada inestabilidad, se replica al resto del país. “Es una buena forma de llevar a cabo reformas en un país grande como China, donde no quieres probar todo de una sola vez”, expresó.

Las cualidades

Invitado por el  Escuela de Sociología UNAB, Bell planteó que las cualidades importantes de los líderes políticos dependen del contexto en que se encuentre. “En guerra los líderes necesitan ciertas cualidades que a menudo con peligrosas si son implementadas en época de paz. Por ejemplo, habilidad de ser cruel podría ser buena calidad en época de guerra, pero es terrible en época de paz (…) Es muy peligroso poner un líder exitoso en época de guerra en tiempo de paz”, dice.

En época de paz, un país modernizándose y en los más altos niveles de gobierno (desde ciudades para arriba), las cualidades que a criterio de Bell son fundamentales para los líderes son la capacidad intelectual y habilidades sociales, como la inteligencia emocional, capacidad de trabajar bien con otros y persuasión, entre otras.

“En democracia, los líderes tienen la legitimidad de haber sido elegidos y si son corruptos, no son una amenaza existencial para el sistema, porque la gente puede votar por nuevos líderes. Pero en China tienen distintas fuentes de legitimidad, incluyendo el nacionalismo, el buen desempeño económico y la meritocracia. Ellos tienen el apoyo de la gente porque supuestamente tienen habilidades superiores y virtud. Y si son corruptos quiere decir que, por definición, no tienen virtud”, explica.

Bell, autor del libro “The China model” y “China’s New Confucianism”, expresa así cómo el pensamiento de Confucio –que enfatiza la jerarquía y la obediencia para construir una sociedad armónica– está impregnando las decisiones políticas y sociales en la China contemporánea.

Explica que revivir el confucianismo, que provee de un sistema de valores, está relacionado con temas como el individualismo y la crisis de la legitimidad ideológica, porque el marxismo ya no parece ser una ideología fuerte y motivante para la mayoría de la gente, especialmente las generaciones más jóvenes, incluso miembros del partido.

De hecho, Xi Jinping, el presidente de China considerado por algunos analistas como el más fuerte desde Mao Tse-Tung, ha iniciado una dura campaña anticorrupción, la cual  también está relacionada con este proceso de retomar los valores del confucianismo. También Xi ha permitido flexibilizar la política del hijo único, generar mayor movilidad en el territorio y ampliar el rol de los mercados.

Fernando Reyes Matta, director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China (CELC) de la Universidad Andrés Bello Fernando Reyes Matta, director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China (CELC) UNAB; Daniel A. Bell, académico Universidad de Tsinghua, y Sergio Bitar, ex ministro de Educación y Obras Públicas de Chile.

 

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Escrito por: Prensa-UNAB