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Ciudadanos Inteligentes, eficiencia lateral en la ciudad

Andrés Briceño, destacado Arquitecto UNAB, señala «La inteligencia urbana a la que hace mención la leyenda Smart City, es en cierta forma una aventura».

La inteligencia urbana a la que hace mención la leyenda Smart City que hoy por hoy se exponen en distintas iniciativas urbanas y tecnológicas a lo largo del mundo, es en cierta forma una aventura que busca disponer a escala masiva la inteligencia con la que alguna vez se publicitaban en edificios en donde los ascensores, puertas e incluso ventanas respondían a un control centralizado en búsqueda de una eficiencia en el uso del mismo.

 

Esta eficiencia ahora llevada a niveles urbanos y que están fomentando los modelos que valoran la sostenibilidad y el urbanismo que busca “Zero-Emissions” o “Zero-Carbon” en las ciudades, no deja de ser un slogan que abre opciones a indagar en la aplicación de tecnología centralizada de nuestras ciudades y vida cotidiana, pero que indudablemente exponen una búsqueda relevante para hacer más empático con el desgaste evidente de nuestro planeta. Es efectivo que las políticas públicas y el urbanismo tienen un poder y una responsabilidad enorme en el efecto contaminante que generan al globo, y sin duda es un buen inicio y camino para ello.

 

Actualmente nos encontramos en este expectante y brumoso paraje; el petróleo y sus derivados no resisten 20 años más como el referente energético capaz de movilizar al mundo urbano, y a pesar de que tres de las cuatro compañías más grandes del mundo sean petroleras, el fin de la era es inminente. Por otra parte, Internet ha modificado el sentido de las relaciones humanas a tal punto que su propio desarrollo es imparable y dramáticamente exponencial. De hecho, la propia filosofía inherentemente colaborativa que Internet ha generado, es una contradicción con el modelo propuesto y defendido a ultranza por el modelo depredador y competitivo del oro negro.

 

Lo que hay que identificar es que esta inteligencia tiene distintos fines y que las aplicaciones pueden tener un origen vertical descendente o ascendente, y lo que nos abre Internet es justamente a que no solo las ciudades tengan mecanismos de autorregulación y eficiencia, sino que además ahora los ciudadanos pueden aportar desde el poder lateral que permite internet, un camino de visualización del fenómeno urbano en tiempo real y en donde cada uno de los habitantes de un área habitada podría participar; todo está en cómo se producen esos datos o mejor dicho, cuál es la pregunta que los origina y cómo se hacen públicos para la toma de decisiones o aplicaciones concretas que mejoren la experiencia urbana desde el análisis de ellos y que en definitiva la ciudad analizada sea más empática con el entorno.

 

Un ejemplo de aquello es el proyecto Smart Citizen, fundado en el FabLab de Barcelona que permite fabricar o adquirir a cualquier persona una placa electrónica personal de bajo costo con múltiples sensores que permiten tomar muestras en tiempo real de factores ambientales, entregándolos vía wireless a una plataforma online que los procesa y transforma en una especie de facebook del usuario compartiendo a través de su movilidad datos ambientales.

 

El camino es gigante con el conocimiento disponible y la mecánica lateral que Internet permite, las ciudades cada día más reflejaran la lógica de relaciones colaborativas y menos competitivas de la actualidad y será la ciudad una fuente del poder lateral que los ciudadanos poseen una vez que organizan sus anhelos y necesidades en torno a una plataforma común.

 

Lo más trascendente de estos hechos, es que somos privilegiados al presenciar un cambio de era, somos los agentes que otorgarán el espesor del nacimiento de una nueva revolución industrial y somos los que podemos contribuir a que esos cambios entreguen el valor que la sociedad mundial en su conjunto clama: sostenibilidad y equidad. De otra manera (la que rechaza esta visión descrita) nos exponemos, a relativo corto plazo, a no ser ciudadanos de este planeta.

 

 

Publicado en Catálogodiseño, por Andrés Briceño

 

 


Andrés Briceño Gutiérrez
 es Arquitecto UNAB (2003), Master en Arquitectura Avanzada del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IaaC)/UPC (2011). Arquitecto Asociado Murtinho+Raby Arquitectos y Co-Director FabLab Santiago. Ha sido profesor en la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile y ha colaborado en diversas publicaciones e iniciativas en conjunto a ProChile, COARQ, CreARte, AOA, y con el proyecto FabHouse en Dinamarca.

 

Escrito por: Prensa-UNAB