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Centro de Bioinformática incorpora microscopio de última generación

Se trata de un microscopio electrónico de alto contraste LVEM5, el cual permitirá a los integrantes de este nuevo centro de investigación caracterizar nanopartículas con potenciales aplicaciones biomédicas. A primera vista, aparenta ser un microscopio más, pero en su interior guarda numerosas  sorpresas. Es el microscopio de alto contraste LVEM5, el cual recientemente llegó a […]

Se trata de un microscopio electrónico de alto contraste LVEM5, el cual permitirá a los integrantes de este nuevo centro de investigación caracterizar nanopartículas con potenciales aplicaciones biomédicas.

A primera vista, aparenta ser un microscopio más, pero en su interior guarda numerosas  sorpresas. Es el microscopio de alto contraste LVEM5, el cual recientemente llegó a las instalaciones del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa, unidad de investigación de la Facultad de Ciencias Biológicas que está dando sus primeros pasos en la Universidad Andrés Bello.

Pese a su pequeño tamaño y sus 25 kilos de peso, este microscopio puede realizar gran parte del trabajo que hacen los microscopios electrónicos más grandes, que pueden tener hasta dos metros de altura y pesar cuatro toneladas. Cuenta con una resolución de dos nanómetros, lo cual le permite visualizar elementos como proteínas o cadenas de ADN.

Su principal característica es que funciona con un voltaje muy bajo (5KW). “Casi todos los microscopios electrónicos de transmisión trabajan a un voltaje de aceleración entre 80 y 1000 KW. Por eso son muy grandes y usan un alto voltaje para acelerar los electrones”, explica Eugene Paransky, ingeniero de aplicaciones de DelongAmerica, empresa fabricante del LVEM5.

El bajo voltaje de aceleración de 5 KW que utiliza este microscopio es clave, pues permite observar tejidos biológicos en alto contraste y sin destruir la muestra que se está observando, cosa que no ocurre con los otros microscopios electrónicos.

Paransky, quien viajó desde Canadá a calibrar el nuevo microscopio de la UNAB, explica que el bajo voltaje hace que los electrones no se aceleren demasiado, permitiéndoles distinguir las distintas estructuras que componen un tejido biológico.

En los microscopios de alto voltaje los electrones se mueven tan rápido que no logran distinguir esas sutilezas. Eso hace necesario incorporar tinciones en las muestras para resaltar sus particularidades, lo cual puede alterar la información que se quiere obtener, y según explica el experto canadiense, esto no es necesario en LVEM5.

El LVEM5 tiene cuatro modos de funcionamiento: TEM, SEM, STEM y difracción. Esto también lo hace único, pues otros microscopios electrónicos solo pueden funcionar en uno de estos modos.

Un apoyo a la investigación

Por su pequeño tamaño, versatilidad y facilidad de uso, este microscopio electrónico es usado en clases prácticas por los alumnos de instituciones como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de California en Berkeley.

En la Universidad Andrés Bello, el grupo que lidera el doctor Danilo González-Nilo, usará el LVEM5 para estudiar y caracterizar nanopartículas que pueden tener aplicaciones biomédicas. “Dentro de las cosas que más nos interesan por ahora está relacionado con los problemas asociados al fenómeno de agregación de proteínas y también poder caracterizar nanopartículas que pueden servir para la liberación controlada de fármacos”, cuenta el director del Centro de Bioinformática y Biología Integrativa.

Para lograr estos objetivos  se están desarrollando colaboraciones con diferentes grupos de investigación, tanto de la Universidad Andrés Bello como de otros Centros de Investigación nacionales e internacionales.

Por Alexis de Ponson M.

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Hegaly Mendoza, encargada del microscopio, junto a la nueva adquisición de la U. Andrés Bello. Fotografías: Carolina Corvalán.

Una muestra de polen observada con el microscopio LVEM5. Imagen: gentileza Dr. Danilo González-Nilo.

Plásmidos o moléculas de ADN extracromosómico vistos con los ojos del LVEM5. Imagen: gentileza Dr. Danilo González-Nilo.

Escrito por: Prensa-UNAB