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Biotecnólogos UNAB obtienen destacado resultado en el Booster Camp Summer en Viña del Mar

Dos egresados y una alumna de la sede Viña del Mar obtuvieron 10 millones para desarrollar su proyecto que busca extraer antioxidantes desde los desechos de la industria del vino. El año de la Innovación comenzó con el pie derecho para Sebastián Sariego, Renato Sandoval y María José Álvarez. Los dos primeros son egresados de […]

Dos egresados y una alumna de la sede Viña del Mar obtuvieron 10 millones para desarrollar su proyecto que busca extraer antioxidantes desde los desechos de la industria del vino.


El año de la Innovación comenzó con el pie derecho para Sebastián Sariego, Renato Sandoval y María José Álvarez. Los dos primeros son egresados de Ingeniería en Biotecnología de la U. Andrés Bello en Viña del Mar, mientras la tercera aún se encuentra estudiando la carrera. Su emprendimiento Booster Camp Summer 3IE 2013, organizado por el Instituto 3IE de la Universidad Técnica Federico Santa María.

VidaOx es un emprendimiento que busca reutilizar los residuos de la industria del vino para producir antioxidantes naturales. “En Chile se producen 117 mil toneladas de orujo por vendimia”, explica Sebastián Sariego, pero solo una pequeña parte de esto es reutilizada como abono. La mayoría se quema. “Con los conocimientos que hemos adquirido en la carrera encontramos que ene se orujo había antioxidantes”, relata.

Según explican los jóvenes, en la actualidad la industria alimentaria solo utiliza antioxidantes artificiales. “Se ocupa mucho antioxidante sintético derivado de petróleo que a la larga pueden generar cáncer esofágico y pulmunar, según lo muestran variados estudios”, detalla Sariego. En contraste, los antioxidantes obtenidos de desechos vitivinícolas, no generan efectos adversos.

Innovación desde la sala de clases

La idea surgió en la asignatura Generación de proyectos y tópicos avanzados de finanzas, dictada por el profesor Francisco Jiménez en Viña del Mar y que se imparte simultáneamente en Santiago. En ella, los alumnos desarrollan proyectos de negocios biotecnológicos innovadores y compiten entre sí. En 2012 el grupo Vidaox fue el ganador: obtuvieron un millón de pesos para poner a andar su emprendimiento.

Para esto, los jóvenes se acercaron a la incubadora de negocios 3IE de la Universidad Federico Santa María. En paralelo, comenzaron a trabajar en el prototipo de su producto. Se contactaron con la Viña Indómita, la cual les entregó los desechos que usaron para crear una especie de polvillo antioxidante.

En este proceso fue clave el apoyo de la Escuela de Biotecnología de la Universidad Andrés Bello, la cual los apoyó financieramente para la compra de reactivos y les facilitó el uso de los laboratorios de Biotecnología en la sede de Viña del Mar. “La Dra. Lorena Marchant y el Dr. Erwin Krauskopf nos apoyaron 100% y sin ese apoyo es probable que no estaríamos donde hemos llegado”, destaca Sebastián Sariego.

Los jóvenes biotecnólogos también contaron con el apoyo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la cual les facilitó el instrumental necesario para liofilizar el antixidante.

“La idea maduró de forma exponencial”

Mientras incubaban su negocio, los jóvenes se enteraron de que se realizaría el Booster Camp Summer 3IE 2013, organizado por el apoyo de Corfo. La iniciativa busca incubar y acelerar proyectos que cuenten con alto potencial de crecimiento nacional e internacional.

Fueron los 300 proyectos se inscribieron, pero solo  50 fueron seleccionados para participar en esta actividad. Uno de ellos fue Vidaox.

Durante el Booster Camp Summer, estos jóvenes biotecnólogos tuvieron la oportunidad de asistir a charlas y talleres con emprendedores, inversionistas y mentores, donde pudieron perfeccionar su concepto de negocio. Así fue como decidieron orientar su producto como una materia prima para la fabricación de alimentos gourmet y para niños.

Su idea fue bien evaluada por el jurado y les permitió ser uno de los 19 proyectos que recibió el apoyo financiero de Corfo: 10 millones de pesos que usarán para consolidar su negocio.

“Nosotros entramos el día 15 como alumnos de kínder y salimos con postgrado el 17. Fue increible todo lo que aprendimos y pudimos plasmar en el proceso de negocio. La idea maduro de forma exponencial”, reconoce entusiasmado Sariego.

Próximos pasos

Con los recursos que ganaron en el Booster Camp Summer, los jóvenes biotecnólogos pretenden validar las propiedades antioxidantes de su producto. Para esto recurrirán al Instituto de  Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), entidad encargada de certificarlos.

Además, ya están agendando rondas de reuniones con inversionistas locales y  extranjeros.

Por Alexis de Ponson

adeponson@unab.cl

Escrito por: Prensa-UNAB