El barrio de avenida Matta tiene algo de provincia en pleno centro de Santiago. Por más que se renueven las calles, se edifican torres que ocupan media cuadra y arriban sabores diferentes cortesía de los inmigrantes, aún persiste cierto aire bucólico en la transitada arteria y sus alrededores. Los vecinos todavía conversan al atardecer reunidos en las puertas de sus casas, mientras los niños juegan a la vista. Allí se crió Marcelo Cicali, dueño del afamado bar y restaurante Liguria. Conoce a Pepe Fuentes y María Esther Zamora hace décadas y es un parroquiano habitual de avenida Matta 483, la dirección de La Casa de la Cueca, el hogar de ambos.
“Pepe tocó en el bar de mi abuelo en avenida Matta. Les tengo cariño más allá del simple gusto por la cueca. Nací en ese barrio y me toca muy en la memoria y de manera muy emotiva cuando los veo”, dice Cicali.
Sin público, producto de la pandemia, y golpeada como institución por la muerte de Pepe Fuentes, La Casa de la Cueca no tenía cómo solventar gastos. El fin parecía cerca. En la Universidad Andrés Bello supieron de la situación y tomaron un par de decisiones: había que ayudar y para eso tenían que saber exactamente qué necesitaban, “porque María Esther mantiene esta tradición chilena tan importante, donde se reúnen artistas y se mantiene vivo el folclor chileno”, dice Felipe Karadima, director de Extensión Cultural de la Universidad Andrés Bello. Fue hasta La Casa, conversaron, tomó nota y comenzó a gestionar con el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio para que “entre los tres pudiéramos hacer un convenio de apoyo”.
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Ilustración: Gabriel Ebensperger para La Tercera