Vivir en Areas Verdes Disminuye la Obesidad y Ayuda a la Salud Mental
Vivir donde existen áreas verdes implica innumerables beneficios para la salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se recomienda un mínimo de 12.5 m² de áreas verdes por habitante dentro de la ciudad, para contribuir en la calidad de vida de las personas, en la esfera sicológica como física, según explica Carla […]
Vivir donde existen áreas verdes implica innumerables beneficios para la salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se recomienda un mínimo de 12.5 m² de áreas verdes por habitante dentro de la ciudad, para contribuir en la calidad de vida de las personas, en la esfera sicológica como física, según explica Carla Bonatti, docente de la Facultad de Enfermería.
Las áreas verdes contribuyen a liberar oxígeno a la atmósfera y absorben dióxido de carbono, diluyen la mezcla de contaminantes, filtran gases, absorben gases contaminantes, atrapan partículas de polvo, humo y cenizas que circulan en el aire, además de filtrar y detener vapores y olores desagradables.
Por tal razón, vivir en espacios con áreas verdes contribuye en la calidad de vida de las personas.
“La presencia de vegetación bloquea la radiación solar, la cual es muy nociva para la salud de las personas. Las áreas verdes ayudan a mejorar la calidad del aire, al tener una mejor calidad de aire contribuimos a disminuir enfermedades respiratorias crónicas en niños y ancianos principalmente. Las enfermedades crónicas son aquellas que duran para toda la vida, de ahí la importancia de prevenirlas ya que no tienen cura”, explica Carla Bonatti, docente de la Facultad de Enfermería de la U. Andrés Bello.
“La inhalación y exposición a largo plazo a la materia particulada, produce daños pulmonares causantes de enfermedades respiratorias, principalmente en los niños y ancianos. Los contaminantes generados, además de su toxicidad directa sobre los individuos, provocan alteraciones en la atmósfera, el clima y el ecosistema (como son el efecto invernadero, la disminución de la capa de ozono y la lluvia ácida)”, agrega.
Estudios
Según la profesional, “hay estudios que demuestran que vivir rodeados en áreas verdes disminuye la obesidad infantil. La explicación es sencilla: tener cerca un parque, una plaza o cualquier otro lugar abierto, comentan los autores, promueve el juego y la actividad física, que en otras zonas de la ciudad con más cemento se restringe a la calle”, dice.
“La doctora Janice F. Bell, de la Universidad de Washington en Seattle (EEUU), explica que investigaciones previas han probado, por ejemplo, que entre los niños y los jóvenes, los efectos positivos sobre la salud incluyen una mejor función cognitiva y una reducción de los síntomas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad”, destaca la enfermera.
Además, la docente de la UNAB dice que “es necesario considerar todos los beneficios en el ámbito de la salud mental, ya que permite a las personas sentirse mejor, practicar deportes al aire libre, lo cual es beneficioso para el cuerpo tanto como para el alma”.
Los más beneficiados
Si bien, en general todas las personas son beneficiadas por vivir cerca de áreas verdes, lo cierto es que Carla Bonatti destaca como los que mejores condiciones pueden encontrar como:
• Niños.
• Ancianos.
• Enfermos del corazón.
• Personas con patología pulmonar y bronquial.
• Fumadores.
Sin áreas verdes
De hecho, investigadores de diversas universidades del mundo –tanto en América como en Europa- han desarrollado estudios respecto del impacto que tienen sobre la salud humana las áreas arboladas que se ubican en las grandes urbes.
“Especialmente, los expertos han coincidido en que los bosques, parques o jardines urbanos, tienen un efecto ‘muy positivo’ sobre la psicología y la salud de quienes habitan cerca de ellos; en contraste, se observó que las personas que realizan la mayor parte de sus actividades en paisajes áridos, saturados tráfico, concreto y escasos de vegetación, experimentan frecuentemente emociones adversas para la salud, como lo son la angustia, la irritación, la tristeza y el estrés”, concluye la docente de la Facultad de Enfermería de la U. Andrés Bello.
Escrito por: Sonia Tamayo