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ORGULLO UNAB | Estudió Publicidad pero se dio cuenta que con la Medicina podía ayudar a un mundo infantil vulnerable

El Dr. Pablo Espoz Lazo, titulado en la Escuela de Medicina de la UNAB en 2012, se ha dedicado al trabajo con una población infantil vulnerada y apuesta por poder revertir, educar y, sobre todo, proteger a los niños y adolescentes, en muchos casos, abandonados. Esta es la historia de un Orgullo UNAB.

Este ñuñoíno de nacimiento egresó de la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello en 2012 y desde entonces ha hecho su carrera ligado a la UNAB, enfocado a ayudar y proteger a niños y adolescentes en estado de vulnerabilidad.

Fue padre por primera vez hace algunos meses y reconoce que su pequeña Isidora es quien, junto a sus pacientes, lo hacen sentir y creer que todos los niños y niñas tienen el derecho a tener el cariño, atención y preocupación que su hija tiene. Esta es la historia del Dr. Pablo Espoz Lazo (36).

¿Por qué estudiaste Medicina?

Desde niño me inspiraba mucho el trabajo que hacia un tío pediatra broncopulmonar. Me llamaba la atención el cómo se acercaba a los pacientes, con mucho cariño y simpatía. Desde muy pequeño, yo siempre decía que quería ser médico. Luego, cuando debí tomar la decisión de que estudiar, la biología no me gustaba particularmente mucho, me apasionaba lo social, las personas, el arte y la creatividad, de hecho, estudié Publicidad y Comunicación un año, pero este mismo tío médico me mostró que siendo médico se pueden ser muchas cosas, pero no se puede ser médico siendo algo más. De ahí que me decidí a estudiar medicina para estar en contacto con las personas, para ayudarlas, para conocerlas y para, sobre todo, escucharlas.

¿Por qué te dedicaste a la psiquiatría, especialmente en niños?

Al momento de egresar, me interesó mucho el mundo infantil, de hecho, quería estudiar pediatría. Pero en mi primer trabajo, en un consultorio en Colina faltaba alguien que ayudara a trabajar con niños muy vulnerables de una población de alto riesgo como lo son los hijos e hijas de los reos de la cárcel. Ahí entré a trabajar como médico general a un programa que se llamaba “Abriendo Caminos” que tenía un enfoque en salud mental muy potente de apoyo a estos niñas y niñas. Ahí descubrí que todo lo que quería de la medicina lo encontraba en la Psiquiatría Infantil, el conversar, el jugar, el ayudar y preocuparse desde muy pequeños de las personas con vulnerabilidad social. Haciéndoles la vida un poquitito más feliz, más alegre, lo agradecen muchísimo y, quizás, en adelante les pueda cambiar en algo su manera de vivir.

«Me toca trabajar con una población infantil muy vulnerada, que más allá de tener un problema de salud mental, son niños, niñas y adolescentes que viven situaciones de maltrato social muy fuertes».

¿Qué herramientas te proporcionó la UNAB para tu desarrollo profesional?

Creo que la posibilidad desde los primeros años de enfrentarme con pacientes, de vivir el contacto con las personas y, sobre todo, a estar inmerso constantemente en una práctica con gente vulnerable socialmente, donde se hace necesario estar y ayudar, con poblaciones de alto riesgo social, con gente de escasos recursos. La UNAB y, especialmente, profesores destacados como el Dr. Tapia y el Dr. Mora me mostraron que más vale estar ahí, con esa gente, porque son ellos los que lo necesitan.

¿Qué significa para ti desarrollarte como Médico Psiquiatra en Centro de Buen Trato en trabajo con niños, niñas y adolescentes vulnerados?

Actualmente, me desempeño tanto en el servicio de Psiquiatría Infantojuvenil del Hospital El Pino como en el Centro de Buen Trato para niños, niñas y adolescentes con vulneración de derechos. En ambos lugares me toca trabajar con una población infantil muy vulnerada, que más allá de tener un problema de salud mental, son niños, niñas y adolescentes que viven situaciones de maltrato social muy fuertes. Son familias que en la precariedad han desarrollado una dinámica de malos tratos para los niños, niñas y adolescentes y que me interesa poder revertir, educar y, sobre todo, proteger pues los niños son en esta misma precariedad definitivamente los más abandonados y desprotegidos.

«Me interesa enseñarles (a estudiantes) eso, el contacto con las personas, a que descubran que sus pacientes son personas antes que pacientes y que ellos mismos son personas antes que médicos».

¿Qué opinas de la Inclusión en Chile?

En Chile existe una sociedad muy exitista, muy enfocada al logro y al triunfo. Que más vale ser el primero, el número uno y que, en general, eso se logra compitiendo con los demás y venciéndolos. En este modo de vivir, la inclusión es un gran desafío, pues las personas, en especial los niños, niñas y adolescentes, que presenten cualquier dificultad, ya sea física, mental o social, la tienen el triple de difícil para poder surgir. Nos cuesta detenernos a ayudar al prójimo, pero incluso más allá de auxiliarlo, hacerlos parte de un sistema, de una sociedad, que ellos mismos con sus diferencias propias puedan aportar. Hace poco hice una pasantía en San Sebastian, España, en una unidad de trabajo social con personas con Autismo, desde niños a adultos y es increíble como ellos estas incorporados a la sociedad, con educación inclusiva, con vivienda, con trabajo, con ocio, todo planificado desde el gobierno local, con ayuda de ONGs, donde ellos mismos se sienten parte importante de la sociedad. Eso en Chile está en pañales, pero creo que se puede lograr, con harto trabajo y, sobre todo, comprensión.

¿Cuáles son tus expectativas como docente UNAB?

Poder transmitirle lo mismo que me enseñaron a mí a mis alumnos. Me interesa aterrizar a los futuros médicos y médicas a la realidad, de una manera afectuosa y docente, pero mostrarles la realidad que yo aprendí. Cuando los alumnos de medicina entran a la universidad tienen distintas expectativas y aspiraciones, lo que han visto en familiares, en la TV, en la prensa, pero muchas veces eso contrasta con la realidad. Me interesa enseñarles eso, el contacto con las personas, a que descubran que sus pacientes son personas antes que pacientes y que ellos mismos son personas antes que médicos.

El mundo con Isidora

Tengo entendido que hace poco fuiste papá ¿Qué ha significado para ti este hecho?

Lo más importante de mi vida por lejos. Isidora es quien le vino a dar sentido a todo esto. El verla pequeña, pero con una fuerza y un ímpetu tremendo, que vive con el amor de sus padres y que es capaz de devolvérnoslo de una manera infinitamente multiplicada. Verla a ella y ver a mis pacientes me hace sentir que todos los niños y niñas tienen el derecho a tener lo que ella ha tenido. Con su mamá, que también es doctora (Dra. Javiera Salvador, una destacada nutrióloga), cada día nos proponemos hacer nuestro mayor esfuerzo para que ella viva en un mundo mejor y que las personas que no la tienen tan fácil, sean apoyadas y potenciadas de la misma manera que lo hacemos con la Isidora.

¿Cómo te definirías en una frase?

No sé. Como alguien creativo y social, que le interesa por sobre todo escuchar y entender a los que nos rodean.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

El fútbol es lo que más me apasiona hacer en mis tiempos libres. Hasta el día de hoy juego en un equipo formado por médicos ex alumnos de la UNAB, compañeros de carrera que participamos de la Liga del Colegio Médico. Hemos sido varias veces campeones en estos años y con algunos hemos formado parte de una selección de médicos que juega un campeonato inter-estadios. Además, tengo otro equipo de amigos de la vida, algunos excompañeros de colegio, con quienes me gusta parrillar, juntarnos. Me gusta reunirme con los amigos, salir con la Javiera (su esposa) y la Isidora a caminar y me encanta viajar, recorrer muchos lugares.

¿Cuáles son tus metas en lo personal y profesional a mediano y corto plazo?

En lo profesional me interesa desarrollarme mucho más en mis puestos de trabajo. En el Hospital El Pino hay un excelente grupo de personas que piensan la salud mental en una línea súper interesante y espero poder aportar ahí. Tengo el proyecto de desarrollar ayuda en el diagnóstico y terapia de niños dentro del Espectro Autista para la población del hospital, que a veces son muy relegados. Quizás más adelante, poder perfeccionarme en esta línea en algún postgrado en el extranjero. En lo personal, ocuparme por entero del desarrollo y del bienestar de la Isidora y de mi familia. Estar presente, compartir las tareas y motivar a Javiera a que también se desarrolle, ya que es una tremenda nutrióloga.

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Escrito por: Sonia Tamayo