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ORGULLO UNAB | En Chiloé llevó a la Fonoaudiología a todas las áreas, hoy la salud mental es su desafío

María Catalina Roldán egresó hace 11 años en la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello. Recién titulada, se fue a vivir a Chiloé, donde trabajó tanto en salud como en educación, tanto en el área infantil como adultos y adultos mayores. Hoy, es parte del directorio de la Fundación Fonohabilita. Esta es la historia de un Orgullo UNAB.

A sus 35 años, María Catalina Roldán Pizarro ha tenido una amplia experiencia en materia de salud. Hoy, como parte del directorio de Fonohabilita, busca seguir aportando a la fonoaudiología desde un enfoque mucho más inclusivo y amable.

Titulada en la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello en 2008, esta profesional, casada y con un hijo de casi 8 años de edad, revela cómo ha sido su experiencia, qué herramientas le entregó la UNAB para desempeñarse en el mundo laboral y cuáles son sus aspiraciones. Un verdadero Orgullo UNAB.

¿Por qué estudiaste Fonoaudiología y qué significó para ti ser parte de la segunda generación de la carrera?
Desde que estaba en Educación Media en el colegio. Siempre supe que quería estudiar una carrera del área de la salud. Fue así como un día escuchando a unas amigas que habían salido un año antes que yo del colegio y que comentaban sobre las carreras que habían escogido, escuché el nombre de Fonoaudiología. Me llamó la atención, no tenía idea de lo que se trataba la carrera. Empecé a buscar información y me encontré con todo lo que abarcaba: una carrera completa, con abordaje, tanto en salud como en educación y a lo largo de todo el ciclo vital… ¡La amé! Desde que supe que quería ser fonoaudióloga, comenzó mi preparación para eso. Revisé las mallas de las pocas universidades que, en ese entonces, impartían la carrera y me incliné por la UNAB porque sin duda era la más completa. Como parte de la segunda generación me siento orgullosa, afortunada y agradecida. Tuve la posibilidad de recibir formación de excelente nivel, con profesionales pioneros en distintas áreas. Hasta el día de hoy, recuerdo con muchísimo cariño y admiración.

¿Qué herramientas te proporcionó la UNAB para tu desarrollo profesional?
Me entregó las bases y conocimientos sólidos para poder formarme como profesional. Me formó de manera completa, no sólo en lo relacionado a las diferentes áreas de la carrera, sino que también en la investigación. El siempre ir más allá y no quedarse necesariamente con lo que está escrito en un libro; investigar, buscar y generar evidencia. El trabajo en equipo, el aprender a debatir o discutir casos clínicos complejos.
Tengo entendido que has trabajado en varias fundaciones ¿Cómo ha sido tu carrera profesional?
Así es. Comencé a trabajar justo un mes exacto desde mi titulación, encontré trabajo al tiro. En un comienzo trabajé en el área infantil, durante el segundo semestre de 2008. En febrero de 2009, decidí radicarme en Chiloé por un tiempo y allá logré trabajar en distintos lugares y tuve la fortuna también de poder desempeñarme en diferentes áreas de la carrera. Trabajé en atención primaria de salud (consultorio), en el área de adultos de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), donde además de atender pacientes, tuve la posibilidad de desempeñarme como relatora de cursos de capacitación, como el de prevención de daños a la voz. Pude desempeñarme tanto en salud como en educación, hasta que en 2013, decidí regresar a radicarme a Santiago. De alguna manera sentía que ya había cumplido un ciclo y, por otra parte, extrañaba muchísimo a mi familia. Regresé a la capital y me reencontré con mi vida, con mis amigos y también colegas. Y fue así como llegué a la Fundación Fonohabilita, donde actualmente soy parte del directorio.

«Lamentablemente, creo que aún estamos muy lejos para hablar de inclusión o considerarnos una sociedad inclusiva».

¿Cómo derivaste al área de la salud mental?
Al estar en la Fundación, por distintos nexos, llegamos a Fundación Rostros Nuevos, uno de los dispositivos del Hogar de Cristo que brinda atención a usuarios con discapacidad psíquica e intelectual. Ahí conocí el trabajo con usuarios adultos y adultos mayores con esquizofrenia, Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Trastorno de la personalidad límite, trastorno bipolar. Un mundo totalmente nuevo para la carrera, pero que me fascinó desde el primer momento. Desde ese entonces, me he ido dedicando más a esta área, realizando algunos estudios de tesis al respecto, así como perfeccionándome en ello. Somos pocos los fonoaudiólogos que nos dedicamos a esta área, porque lamentablemente la salud mental es aún considerada como un tema un poco tabú. Pero ¿sabes? Es algo que me apasiona. Ser parte de los procesos, de poco a poco ir visualizando avances en cada usuario es algo que me reconforta y me motiva a seguir trabajando y perfeccionándome en el área. Tanto de trastornos psiquiátricos como en demencias.

¿Cómo fue la experiencia en Chiloé?
Uff! Me fui a Chiloé al poco tiempo de haberme titulado. Tuve la posibilidad de desenvolverme en diferentes áreas de la carrera… Trabajé en educación, donde conocí amigas maravillosas con quienes aún mantengo contacto. Trabajé con usuarios adultos en el área de neurorehabilitación y voz, así como también pude trabajar en salud primaria, siendo la fonoaudióloga de red de uno de los programas estrella del Gobierno de ese entonces: Chile Crece Contigo. Pude trabajar tanto en salud como en educación, tanto en el área infantil como adultos y adultos mayores. Fue una experiencia muy enriquecedora a nivel profesional, crecí y aprendí mucho y, sin duda, alguna me sirvió muchísimo para conocer una realidad totalmente diferente a la del Santiago de ese entonces.

¿Cuáles son tus planes en lo profesional?
A corto plazo, iniciar un Doctorado y continuar perfeccionándome en el área de neuropsicología y neuropsiquiatría adultos, que es lo que me apasiona, y también poder continuar aportando en el ejercicio de la docencia en educación superior. Por otra parte, seguir en Fonohabilita, tanto como fonoaudióloga como miembro del directorio, aportando a la fonoaudiología desde un enfoque mucho más inclusivo y amable con los diferentes perfiles de usuarios, permitiendo el acceso a una salud y rehabilitación digna y de calidad, para todos aquellos usuarios que no tienen los medios para atenderse en el sistema de salud privado o que deben esperar meses para una hora de atención en el sistema de salud público.

«En febrero de 2009, decidí radicarme en Chiloé por un tiempo y allá logré trabajar en distintos lugares y tuve la fortuna también de poder desempeñarme en diferentes áreas de la carrera. Trabajé en atención primaria de salud (consultorio), en el área de adultos de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), donde además de atender pacientes, tuve la posibilidad de desempeñarme como relatora de cursos de capacitación, como el de prevención de daños a la voz».

¿Qué opinas de la Inclusión en Chile?
Como país estamos en deuda. La discriminación hacia una persona que tiene capacidades diferentes es abismante y preocupante. Imagínate, en educación seguimos hablando de programas de integración, cuando es sabido que la integración también segrega. El término inclusión en sumamente potente, pero por Dios que nos falta muchísimo para poder decir que somos un país inclusivo o que practicamos la inclusión con todas sus letras. En salud mental, por ejemplo, los usuarios que padecen algún trastorno psiquiátrico son marginados muchas veces de actividades laborales que les reporten u ingreso mensual para solventar sus gastos, aún incluso siguiendo un esquema farmacológico adecuado y asistiendo a tratamiento de manera regular… Imposible, te hacen la cruz. Aún varios erróneamente piensan que la gente que va al psiquiatra está loca, imagínate alguien que tiene esquizofrenia y busca trabajo… ¡le hacen la cruz!. Cuando en realidad falta tanto por trabajar en ese aspecto, tanto por hacer y también educar a la población. Lamentablemente, creo que aún estamos muy lejos para hablar de inclusión o considerarnos una sociedad inclusiva.

¿Cómo te definirías en una frase?
Intensamente perfeccionista, inquieta y alegre.
Si te encuentras con el genio de la lámpara de Aladín, ¿qué le pedirías en lo personal?
Ufff (risas)… Le pediría varias cosas. En lo personal, paz, tranquilidad, sabiduría y aguante para seguir día a día adelante. Aprendiendo y conociendo, ayudando y guiando. Salud y amor para quienes más amo y también justicia, y fortaleza para todo aquel que está solo, que se siente vulnerado o que no tiene apoyo.

Escrito por: Sonia Tamayo