Organización y detectar prioridades son claves para evitar estrés de fin de año
En los dos últimos meses del año se concentran muchas actividades y eventos, a lo que se agrega un aumento en los gastos y el cansancio acumulado. Todo eso tiene como resultado un alto riesgo de estrés. Saber cómo manejarlo, detectarlo y evitar sus consecuencias, son algunas de las inquietudes que aclara el doctor Carlos […]
En los dos últimos meses del año se concentran muchas actividades y eventos, a lo que se agrega un aumento en los gastos y el cansancio acumulado. Todo eso tiene como resultado un alto riesgo de estrés. Saber cómo manejarlo, detectarlo y evitar sus consecuencias, son algunas de las inquietudes que aclara el doctor Carlos Cruz, psiquiatra y académico de la U. Andrés Bello.
El cierre del año académico, graduaciones, carga laboral, matrículas, compras navideñas, la llegada del nuevo año, a lo que se agrega la planificación de las vacaciones, más el aumento en los gastos y el cansancio acumulado, suman una larga lista que transforman el fin de año en un evento complejo de manejar.
Los riesgos de presentar estrés, y en casos más graves, depresión, son muy altos. “El cansancio de fin de año ya es un estrés y si lo asociamos a estas otras exigencias, constituye una carga adicional y difícil de manejar, lo que implica un esfuerzo extra por parte de todos”, comenta el doctor Carlos Cruz, académico de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello.
Este cuadro de estrés se manifiesta con síntomas como dificultad para conciliar el sueño, cansancio al despertar, mayor irritabilidad o menos tolerancia a problemas cotidianos, junto con dificultades de comunicación con otros, lo que suele generar malos entendidos y roces innecesarios. Se puede apreciar además, cambios en el apetito.
El especialista, advierte que las consecuencias de no atender a tiempo todos esos síntomas se aprecian con un aumento en el número de consultas a comienzos de año. “Durante noviembre y diciembre, la gente se concentra más en todas las actividades propias de la época, por lo cual consultan a principio de año para manejar el cansancio acumulado”, asegura.
Algunos sí, otros no
Como en muchos ámbitos de la vida, cada persona enfrenta de diversas formas la llegada de fin de año, lo que repercute en la mayor o menor predisposición al estrés. Eso depende, explica el Dr. Cruz, de cuánto sean los estresores para cada persona, los gastos versus lo disponible, el tiempo que demanden en hacer las cosas y el esfuerzo que requiere para hacerlo.
Por otra parte, también influyen las características propias del individuo, como sus expectativas, la presión social a la cual está sometido, la propia exigencia de cumplir lo que se le pide o el individuo entiende como necesario, entre otros factores.
Recomendaciones
¿Cómo evitarlo? La respuesta, indica Cruz, está en analizar preguntas claves: cuánto de lo que se planea se puede postergar para descansar un poco, cómo organizarse para no hacer todo a última hora y analizar si todo lo que se pensaba hacer es razonable.
El psiquiatra también destaca la importancia de disminuir la cafeína, el tabaco y el alcohol, factores que también gatillan el estado de estrés y depresiones. “Estos productos tienen un efecto excitatorio, pero no permiten recuperarse del cansancio, sino que lo pueden aumentar, pues la persona se siente más ansiosa o duerme menos”, expresa el doctor.
Para el especialista, además es fundamental, que la persona esté atenta a lo que le ocurre. “Detectar si se siente más cansada, sobrepasada por las tareas, con molestias físicas como dolor de cabeza, dolor de espalda o similares, puede entonces repensar lo que está haciendo y distinguir lo indispensable de hacer de lo innecesario”.
Estados de tristeza
En las fiestas de fin de año es común que algunas personas se depriman o se sientan afectadas emocionalmente. El psiquiatra explica que esto ocurre generalmente porque pueden haber recuerdos dolorosos de esas fechas significativas, como la muerte de un familiar, soledad, reflexionar lo que ha significado el año y frustrarse, entre otros aspectos. “Esto es especialmente crítico en personas ancianas que viven solas o que no son visitadas por familiares y han perdido sus amistades por muerte natural debido a la edad”, concluye el académico de la UNAB.
Escrito por: Prensa-UNAB