Los chilenos le temen al dentista por experiencias traumáticas

La última Encuesta Nacional de Salud (ENS) arrojó que el 27,8% de la población declara no haber visitado nunca al dentista o no haberlo hecho dentro de los últimos cinco años. Esto tiene una explicación: experiencias poco favorables y alto costo de los tratamientos.

Definitivamente los chilenos somos reacios a ir al dentista. Según la Encuesta Nacional de Salud (ENS), el 27,8% confiesa no haber visitado nunca a un espcialista o no haberlo hecho dentro de los últimos cinco años. Esto contrasta con datos que del Ministerio de Salud, que  indican que cerca de un 98% de la población tiene algún problema bucal. En efecto,  durante la niñez y juventud, entre 4 y 9 piezas dentales están con algún daño, y ya a los 35 años 54 % de los dientes presentan problemas.

¿Cómo se explica esta situación? De acuerdo a Danae Cartes, académica de la Facultad de Odontología de la U. Andrés Bello, “la mayoría de las personas han tenido experiencias traumáticas previas en la consulta dental y acuden sólo en caso de mucho dolor, es decir, cuando el tejido está muy infectado o inflamado».

Enfermedades silenciosas

Por otra parte, los altos costos de los tratamientos dentales en clínicas particulares constituyen otro factor que desincentiva a las personas a acudir tempranamente al dentista. Por eso los chilenos recurren a los especialistas por urgencias más que por un control rutinario. “De hecho, las caries y la enfermedad periodontal por lo general no provocan muchas molestias o dolores, son enfermedades silenciosas, como la diabetes y la hipertensión, que se diagnostican en estados más avanzados”, dice la odontóloga.

Entre las enfermedades bucales más comunes de los chilenos en encuentran caries, encías (gingivitis), mala mordida, accidentes o traumas, y últimamente un aumento de los canceres bucales. La profesional sugiere tomar medidas para evitar estas patologías dentales como mejorar hábitos de higiene (un mejor y más frecuente cepillado), pero por sobre todo “acudir a controles periódicos, idealmente cada 6 meses, para poder identificar tempranamente cualquier alteración de los tejidos que constituyen la cavidad oral», afirma.

Sonia Tamayo

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