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Libro UNAB subraya el aporte del ex rector Joaquín Barceló a la filosofía en Chile

La presentación de “Estudios sobre Humanismo de Joaquín Barceló” se realizará el martes 27 de octubre, a las 19.00 horas, en el Campus Casona. Comentará Pedro Gandolfo, abogado, escritor, profesor y columnista de Diario El Mercurio.

rel=»attachment wp-att-183757″>El concepto de humanismo, el lenguaje poético, la metáfora, la función expresiva de la palabra, la retórica y la política son algunos de los temas que aborda el libro “Estudios sobre Humanismo. Joaquín Barceló”. El texto, editado por Gustavo Cataldo y Rodrigo Figueroa, académicos del Departamento de Humanidades de la UNAB, reúne 13 textos escritos por el intelectual en distintas etapas de su vida.

Joaquín Barceló Larraín, quien falleció en 2014 a los 87 años, fue rector de la UNAB entre 1996 y 2000 y Decano de su Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales entre los años 2000-2003. Antes también dirigió la Facultad de Filosofía de la U. de Chile y fue director ejecutivo de la Comisión Fulbright para el Intercambio Educacional entre Chile y Estados Unidos. Durante más de 55 años trabajó como académico en distintas instituciones. Además, en 2004, recibió el Premio Academia que otorga la Academia Chilena de la Lengua. Es autor de libros como “Escritos filosófico Políticos de Dante”, “Para leer la Divina Comedia”, “Lenguaje y experiencia humana”, “La libertad política en el pensamiento de los siglos XVII y XVIII” y “Persuasión, retórica y filosofía”.

“Barceló fue un intelectual, un erudito, un escritor de lenguaje templado y elegante, pero sobre todo fue profesor”, subraya Cataldo.

Alrededor de un año y medio trabajaron Cataldo y Figueroa en la recopilación, ordenación, transcripción y corrección de los textos que dieron vida al libro “Estudios sobre Humanismo. Joaquín Barceló”, que se presentará el martes 27 de octubre, a las 19.00 horas, en el Salón Colonial, Campus Casona de Las Condes, en Fernández Concha 700, Las Condes.

La presentación, que es una de las actividades de celebración del 27° aniversario de la UNAB, estará a cargo de Pedro Gandolfo, abogado, escritor, profesor universitarios, miembro de la Academia de Ciencias Sociales y columnista de Diario El Mercurio.

El libro, según Gustavo Catalado

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—¿Cómo surge la idea de hacer este libro?
—La idea original  fue hacer un libro de homenaje, un “libro de  gratitud”. Gratitud no solo por el aporte que hizo Joaquín Barceló a la UNAB, también a la historia de la Filosofía en Chile.  Sorprende que en un país que gusta tanto de la historia tenga en la práctica tan poco sentido histórico.  Pensamos a menudo –con cierto “espíritu adánico”– que somos el “primer  hombre”, que todo empieza con nosotros, como si lo que somos no dependiera de lo que otros han sido antes que yo.
Aristóteles –que seguramente no acreditaría hoy como historiador de la filosofía y que tanto criticó a sus  predecesores– ya decía en la Metafísica  que “es justo que estemos agradecidos no solo con aquellos cuyas opiniones podemos compartir, sino también con los que se han expresado superficialmente. Pues también estos contribuyeron con algo, ya que desarrollaron nuestra facultad de pensar”. Aquí Aristóteles es muy preciso. La actitud fundamental no es la justicia, sino la gratitud, por más que sea justo estar agradecidos. La gratitud acontece justamente cuando la magnitud de débito excede las posibilidades de la justicia, como sucede con los padres y los maestros. Joaquín Barceló fue un maestro de la Filosofía en Chile, al cual se le debe gratitud.

¿Cómo fue el proceso de rescate y recuperación de los textos de Barceló?
—Fue un proceso difícil, particularmente por la cantidad importante de textos que la familia puso gentilmente a nuestra disposición. Sin embargo, había que elegir. Algunos artículos estaban dispersos en diversas revistas y otros eran manuscritos inéditos. Hay que agradecer tanto a la familia como a las revistas que autorizaron la publicación de los artículos. Afortunadamente hay un rasgo de continuidad y coherencia que también facilitó mucho nuestra labor: su constante preocupación por el Humanismo en sus formas históricamente más señeras.

—¿A quiénes está dirigido este libro y por qué? ¿Cuál será su utilidad principal?
—Es un libro que puede interesar tanto al especialista como a toda persona culta  o aficionada a las humanidades. Los temas son aquellos que conciernen al hombre como tal y que, por lo mismo, nos interpelan radicalmente: el concepto de humanismo, el lenguaje poético, la metáfora, la función expresiva de la palabra, la retórica y la política, entre otros.

El aporte de Barceló

—¿Cuál dirías que, en el ámbito de las Humanidades,  fue el gran aporte de Barceló? Ya sea para el contexto nacional y/o internacional.
—Diría que su dedicación a un área de la Filosofía en general poco atendida, pero que sin embargo es extraordinariamente congruente con las preocupaciones más características  de la filosofía contemporánea.  Me refiero al Humanismo italiano del XV, cuya preocupación central fue, sin duda, la existencia humana, pero no ya vista sub specie aeterniitatis, sino en su radical historicidad. Es en este contexto donde el lenguaje retórico y poético adquieren una importancia capital: este lenguaje –y no el lenguaje formalizado de la ciencia– es capaz de decir el mundo humano en toda su singularidad. En continuidad con su maestro Ernesto Grassi, Barceló reflexionó incansablemente en la tarea de fundamentar un humanismo capaz de hacer justicia a la vida humana a través del lenguaje poético y su vínculo con la Filosofía. De allí también su preocupación por Dante y su libro sobre la Divina Comedia, excepcional en muchos sentidos. 

—¿Cuál dirías que fue su gran legado?
—Joaquín Barceló fue un intelectual, un erudito, un escritor de lenguaje templado y elegante, fue Rector y Decano, pero sobre todo fue profesor. Me interesa este legado más intangible. Barceló –como otros de su generación– se sintió siempre, y antes que nada, como un profesor. Toda su obra intelectual estaba dirigida en esencia a la enseñanza.  No entendía mucho esta distinción entre “investigador” y “docente”, tampoco le interesaban demasiado las indexaciones, los “proyectos” de investigación –pese a que participó en muchos de ellos– o cualquier forma de bibliometría o contabilidad de la producción intelectual.  Esa unidad de lo que antes se llamaba “académico” encontraba plena concreción en Barceló. Publicó libros destacados, artículos en revistas importantes y participó en numerosos proyectos de investigación, pero todo ello con una liberalidad y desinterés muy lejanos de las actuales exigencias y controles de productividad formal y cuantificación. Él llevaba sus obras sin aspavientos, sin que se noten, como se llevan las prendas elegantes. Esta liberalidad de lo académico constituye un auténtico legado que es necesario salvar y equilibrar con las actuales exigencias, también ineludibles, de la  universidad contemporánea.

—¿Qué es la racionalidad estética? ¿Y cómo y por qué Barceló “recupera” este concepto?
La expresión “racionalidad estética” es una formulación que he empleado para designar lo que Joaquín Barceló llama, más propiamente, “humanismo retórico”. El aporte de Barceló a la historia de la Filosofía chilena quizás pueda resumirse en una recuperación de una racionalidad estética. Su pensamiento se mueve en la convicción de que la filosofía habría olvidado –a partir del racionalismo moderno– su arraigo originariamente histórico-poético en beneficio de una racionalidad puramente abstracta, universal y transhistórica.
En este contexto el lenguaje poético y, en particular, la metáfora cumplen un papel fundante. El olvido de la primacía del lenguaje poético representa para Barceló –como para los humanistas– el olvido de la radicación humana de todo lenguaje. La ciencia es una de las formas posibles de lenguaje, pero en la medida en que olvida su arraigo en el mundo de la vida y se convierte en el único lenguaje válido –en el que se reduce la verdad  a la exactitud– es palabra misma la que queda cercenada en una de sus posibilidades esenciales.
La decadencia del humanismo y las humanidades coincide así con la declinación de la palabra poética. Para Barceló, sin embargo, este declive tiene que ver con una pérdida de sus posibilidades expresivas. La tarea de la palabra es expresar lo real en toda su complejidad, exponer el orden en que la realidad se organiza y trascender así lo inmediatamente dado. La palabra requiere y supone riqueza. Su empobrecimiento consiste en su desvinculación del mundo, con lo que se hace irreal y superflua, si no abiertamente engañosa. Si el hombre todavía es para nosotros el único animal que habla, “el animal que posee palabra”, según la formulación aristotélica, entonces la palabra misma es una suerte de imagen funcional del mundo humano.
Por eso para Barceló hay una tarea: hacer que la palabra efectivamente hable, que el lenguaje se eleve desde el nivel de mero instrumento de comunicación al de función del mundo humano. Finalmente, la recuperación de la palabra no es tanto la recuperación de un instrumento de comunicación o de una representación de la realidad, ni siquiera el rescate del propio mundo de la palabra, cuanto la restitución del mundo humano en cuanto tal.

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Escrito por: Prensa-UNAB