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La medicina ¿Magia, arte, ciencia?

Interesante artículo el publicado en El Mercurio, el 5 de diciembre que se titula: “Médicos critican pérdida de humanidad en la profesión”. En él se destaca la pérdida de la sensibilidad y la compasión profesional  debido a los avances tecnológicos que han ido adquiriendo creciente relevancia en el diagnóstico de los pacientes. La Medicina nació […]


Interesante artículo el publicado en El Mercurio, el 5 de diciembre que se titula: “Médicos critican pérdida de humanidad en la profesión”. En él se destaca la pérdida de la sensibilidad y la compasión profesional  debido a los avances tecnológicos que han ido adquiriendo creciente relevancia en el diagnóstico de los pacientes.

La Medicina nació junto al primer hombre. Allí predominó la magia para calmar el dolor y la aceptación de la muerte. Posteriormente se manifestó como arte: fue una de las tres disciplinas que constituyeron el Trivium, junto a leyes y sacerdocio.  Continuó el componente mágico, ordenado en un conjunto de preceptos y reglas para hacer bien lo que le competía: la preocupación por el otro.

Y de allí surgió inevitablemente, la relación médico paciente, con todas las variantes que ésta ha tenido. La pregunta que uno se hace al respecto es: ¿A quién hace más feliz una buena relación médico-paciente? ¿Al médico tratante que se siente respaldado por la confianza de su paciente? ¿O a este último que se siente escuchado, comprendido y apoyado en sus determinaciones por alguien que pone sus conocimientos especializados y su experiencia para la solución de sus problemas?

Llegó el siglo XX: junto a él,  el concepto de certeza, de validación en todos los aspectos de la vida. La Medicina no pudo estar ajena. La ciencia invade  a la profesión, nos brinda conocimientos inmunológicos, genéticos; nos aporta los componentes biomoleculares,  escudriña y analiza el cuerpo humano.

Para los que estudiamos Medicina en la segunda mitad del siglo XX, la innovación científica fue avasalladora –encandilante. Perdimos la “infabilidad” del  médico antiguo; tratamos a dura penas de absorber tanto conocimiento y destrucción de mitos. Poco a poco nos fuimos dando cuenta que se había abandonado el Norte, ya no hablábamos de pacientes sino de mitocondrias, de modificaciones genéticas, de nuevas técnicas diagnósticas que conocíamos a través de internet.

Todo esto ha hecho resurgir con fuerza lo primario, lo consustancial de la medicina: Nuestras reglas de comportamiento,  a través de la Bioética, que nos fijan pautas  de conducta en este mundo nuevo en que el nacer y el morir han adquirido connotaciones distintas. Con ello, modificaciones de las mallas curriculares en los planes de estudio y la incorporación del profesionalismo en los jóvenes egresados.

Me permito discrepar con el Dr. Jaime Lavados. 50 años es muy poco tiempo en esta larga saga de la medicina, aunque hayan sido años revolucionarios. Personalmente me siento privilegiada en haberlos vivido y ser un eslabón entre algo que se va (y que se debe mantener en muchos aspectos) y un futuro impredecible y por lo tanto, tremendamente atractivo. La Medicina  ¿Magia, arte, ciencia? Una armoniosa combinación de ellas

Dra. Colomba Norero

Decano Facultad de Medicina U. Andrés Bello

Miembro Academia de Medicina

Escrito por: Prensa-UNAB