José Tomás Mesa: Un neurólogo al servicio de los niños de la Patagonia
A continuación, presentamos este artículo de la Revista Sello Salud donde se conoce esta imperdible historia de compromiso y de pasión por lo que se hace.
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Dice que siguió el ejemplo de su padre y, por ello, tomó el camino de la medicina. Dice tener gratos recuerdos de la U. Andrés Bello y que espera continuar su formación profesional en el extranjero.
Pero sin dudas que José Tomás Mesa Bozzolo parece ser de la generación de jóvenes que no le teme a los desafíos y va tras sus sueños, estén donde estén. Así llegó a transformarse en uno de los tres neurólogos infantiles de la Región de Magallanes. «Mi padre también estudió esta misma especialidad», subraya a Revista Sello Salud.
Efectivamente, este joven médico de 31 años y nacido en Linares, llegó en 2012 al Hospital Lautaro Navarro (Hospital Regional de Magallanes), donde atiende a pacientes hospitalizados pediátricos, efectúa interconsultas de la especialidad tanto en las áreas de cuidados básicos, unidad de cuidados intensivos y neonatología. Además, realiza labores de atención ambulatoria en el policlínico del Hospital, turnos en la unidad de emergencia pediátrica del mismo establecimiento y atenciones en otras localidades de la región.
Egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés en el 2008, José Tomás trabajó brevemente como Médico General en Colina, y realizó su especialización en el Hospital San Borja-Arriarán. «Durante los últimos años de carrera, mi interés se acercaba más a la neurología de adultos, por lo que realicé mi internado electivo en el Hospital Clínico de la Católica. De forma paralela, mi pasada por pediatría también fue muy enriquecedora por lo que de cierta forma me sentía atraído por esa área. Finalmente, el destino me llevo a quedar en la beca de infantil, por lo que algo de suerte hubo en esta decisión de la agradezco ciento por ciento», reconoce.
Etapa formativa
Respecto a qué elementos le aportó la U. Andrés Bello en su desarrollo profesional, el Dr. Mesa es categórico: «Me mostró lo apasionante que es esta carrera y me enseñó a generar un sentido de responsabilidad para con los pacientes, quienes saben reconocer y agradecer en el trato del día a día», dice.
Según detalla este joven profesional, «desde los cursos de los primeros años, se dio un énfasis en desarrollar la empatía con los pacientes, lo que ha sido fundamental, ya que al caer en la rutina y, a veces sobrepasado por la carga laboral, uno se puede olvidar del lado humano de nuestra carrera».
El Dr. Mesa destaca de su formación en la UNAB, «el estrecho contacto que teníamos con el área administrativa de la universidad y la cercanía con los docentes, lo cual permitió generar una madurez temprana en nuestra forma de ver nuestra profesión», explica.
«Pese a que el tiempo era escaso, existían instancias para desarrollar actividades extraacadémicas. Recuerdo con mucho cariño el equipo de fútbol que se juntaba sagradamente los domingos en la mañana en los pastos del Colegio Médico, o los distintos grupos en los que participamos en el Centro de Alumnos», agrega.
José Tomás afirma que «haber pertenecido a generaciones nuevas, fue un reto importante que nos enseñó a crear sociedades, grupos de trabajo, estudio en distintas ramas (deportes, investigación, música, centro de alumnos) que debimos iniciar desde cero. La asistencia a los juegos interescuelas de Medicina en Valdivia fue una especie de realización y culminación de un trabajo de varios años».
Ya en su segundo año en Magallanes, el Dr. Mesa piensa en sus aspiraciones a futuro en el plano laboral. «En unos pocos años más, me gustaría comenzar una subespecialidad, idealmente en el extranjero. El área de epilepsia me intriga bastante, ya he participado en cursos internacionales en América y Europa, los cuales han sido muy enriquecedores», subraya.
Las dificultades del clima
Sin duda que el cambio de ciudad ha sido difícil para el Dr. Mesa. «Hemos dejado con Carolina (su señora) a nuestras familias y amigos de toda una vida, hemos abandonado costumbres y rutinas que acá no tenemos, por ejemplo, salir a bailar, elegir entre una variedad de restaurantes, cine, conciertos, actividades deportivas (mis equipos de fútbol y futbolito). El clima también ha sido complicado, es como vivir en un invierno permanente con épocas más frías que otras, pero se echa de menos salir afuera en polera y short, que es prácticamente imposible para el que no es originario de la región», dice.
Sin embargo, el ex alumno de la UNAB admite que no ha pasado frío. «La calefacción es subvencionada y es barata, lo que permite que esté prendida en todo lugar cerrado 24 horas/ 365 días del año. Sin embargo te limita para lo que son actividades al aire libre», afirma.
Otro de los aspectos más duro que han tenido que enfrentar en la Patagonia, según reconoce el Dr. Mesa, es la luz. «Durante invierto, amanece a las 10 am y oscurece a las 16 horas, dejando muy pocas horas de luz», comenta.
Pero también hay cosas que este joven destaca favorablemente, como estar inmerso en un ambiente sumamente limpio. «Cada vez que voy a Santiago, me resulta desagradable, acá tengo un cielo amplio y puro, con salidas a caminar en lugares maravillosos, la cercanía de Torres del Paine, etc…», concluye.
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Escrito por: Sonia Tamayo