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Jorge Marshall: La capacidad de adaptación a los cambios ha sido muy limitada en la Región del Biobío

Según el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la UNAB, Jorge Marshall, la economía regional posee mecanismos para sobreponerse a situaciones adversas y generar nuevos motores de crecimiento, pero la capacidad de adaptación ha sido muy limitada. Como si las circunstancias externas definieran casi enteramente la velocidad del crecimiento. Hoy la Región […]

Según el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la UNAB, Jorge Marshall, la economía regional posee mecanismos para sobreponerse a situaciones adversas y generar nuevos motores de crecimiento, pero la capacidad de adaptación ha sido muy limitada. Como si las circunstancias externas definieran casi enteramente la velocidad del crecimiento.

Hoy la Región del Biobío cuenta con alto desempleo y bajo desempeño del sector industrial, donde no sólo el terremoto de 2010 es el principal responsable, sino también la poca capacidad regional de adaptarse a los cambios nacionales e internacionales. A esto se suma el crecimiento de China y la sustitución de productos manufacturados por importaciones; la inercia en la asignación de recursos y los problemas que ha tenido la industria pesquera en los últimos años.

Todos ellos son causantes de que el PIB regional esté muy por debajo del rendimiento del resto de país, según detalló el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello, Jorge Marshall, tras su participación en Erede 2011, la cita con empresarios realizado en la ciudad de Concepción.

Marshall planteó que “la economía de una región es un sistema dinámico, que posee mecanismos para sobreponerse a situaciones adversas y generar nuevos motores de crecimiento, pero la capacidad de adaptación ha sido muy limitada en esta región, como si las circunstancias externas definieran casi enteramente la velocidad del crecimiento”.

Los sectores más afectados por esta tendencia han sido la producción de textiles, vestuario, calzado e industrias metálicas básicas; todas las cuales tenían una importante presencia en el Biobío. “Si bien esta tendencia ha sido persistente durante las últimas décadas, su intensidad se ha visto amortiguada en los periodos en los cuales el tipo de cambio ha estado más depreciado. En el periodo más reciente, con un tipo de cambio más apreciado, el efecto negativo en las actividades sustituidoras de importaciones se ha vuelto más relevante”, aseguró Marshall.

Desafíos del crecimiento

Por lo tanto, indica el académico UNAB, el Biobío enfrenta un doble desafío para alcanzar un crecimiento sostenido: lograr que las actuales actividades produzcan en forma eficiente, aprovechen todas las oportunidades existentes en los mercados y aumenten su productividad; y segundo, instalar una capacidad de adaptación que le permita a la economía regional responder a los cambios en el entorno nacional e internacional.

“Estos planteamientos debieran llevarnos a revisar los modelos mentales con que pensamos las políticas de desarrollo, al menos en las regiones más rezagadas. Sin embargo, ello no ha ocurrido y seguimos apegados a los paradigmas en que el mercado es el único espacio en que ocurren las interacciones económicas, con un Estado que es más bien un espectador de lo que allí ocurre”, explica. Esta visión afecta la capacidad de adaptación de la economía regional porque los mercados tienen limitaciones de flexibilidad, información y coordinación que impiden que la economía regional se adapte al nuevo entorno.

Lo anterior se refuerza con el hecho que los periodos políticos de los equipos del gobierno regional son acotados, por ejemplo, desde 1990 hasta la actualidad la permanencia media de los intendentes del Biobío ha sido de tres años. “Este horizonte refuerza la tendencia del gobierno regional a concentrase en asuntos de corto plazo, que entregan resultados inmediatos”, plantea Marshall.

Con todo, la creación de puestos de trabajo de mayor productividad dependerá de la capacidad de lograr una economía regional más balanceada, “menos dependiente del sector manufacturero y con mayor profundidad en servicios avanzados, que utilicen activos intangibles, como la información, el conocimiento y las habilidades de su gente”, propuso el decano.

María Lorena Iriarte
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Escrito por: Prensa-UNAB