Investigadores UNAB revelan mordida de tiburón de 3 millones de años
Caso es único, pues no existen registros en la bibliografía científica de este tipo de interacción animal.
Fósil fue estudiado por un equipo multidisciplinario de expertos, liderados por un paleontólogo, en los laboratorios de la Universidad Andrés Bello Concepción. Evidencia de interacción animal es la cuarta a nivel mundial, generando gran interés científico.
Tras el hallazgo de una pieza dental por parte de Universidad Andrés Bello, se pudo reconstruir una mordida de tiburón en el tímpano de una ballena. El caso es único, pues no existen registros en la bibliografía científica de este tipo de interacción.
Fernando Muñiz, Dr. en Geología con especialidad en Paleontología y docente de Paleontología y Estratigrafía de la UNAB, comentó que el fósil estudiado se trata del oído interno de un cetáceo misticeto (ballena con barbas), del período geológico conocido como Plioceno que abarca entre (-5,3 y -2,6 millones de años). “Es el complejo petrotimpánico de una ballena barbada, posiblemente de una especie extinta, aún por determinar, del Plioceno chileno”.
El fósil, que estaba rodado, fue encontrado por un grupo de docentes y estudiantes de Geología de la Universidad Andrés Bello, en particular, fue la paleobióloga Katherine Cisterna quien lo halló fortuitamente (“por suerte para la ciencia, ya que estaba rodado en la playa y en condiciones normales se hubiese perdido”) durante una salida a terreno en la Quinta Región. Aunque el hallazgo data de 2013, hoy se obtienen los primeros y espectaculares resultados tras las investigaciones del fósil.
Luego de su detección, fue traído al laboratorio de paleontología de la UNAB en Concepción, donde fue tratado para su limpieza y conservación por la técnica Carolina Cárcamo. Una vez se iban vislumbrando los huesos los paleontólogos empezaron a reconocer otros secretos ‘encerrados’ en el fósil y que van más allá de la importancia de un complejo petrotimpánico articulado fósil. “Recientemente la comunidad científica y la sociedad nos hemos hecho eco esta misma semana, del impresionante hallazgo en argentina de los huesos de dinosaurios más grandes jamás encontrados…pero, a veces, los huesos guardan secretos que nos cuentan otras historias transversales ocurridas hace millones de años, como en nuestro caso del oído de ballena”. Una vez limpiada parte de la bulla timpánica (tímpano del oído de la ballena) reconocimos tremendas marcas que no se correspondían con la morfología y estructura típica de este hueso” sostiene el Dr. Muñiz
¿Qué son estas marcas?, ¿Quién, cómo y para qué las produjo? Estos son algunas de las interrogantes que durante el trabajo de investigación se iban planteando los paleontólogos. El estudio de estas marcas entra dentro de la disciplina científica conocida como ‘Icnología’ que se dedica al estudio de las huellas y trazas dejadas por los animales en el pasado, donde es especialista el Dr. Muñiz.
“Esto es una mordida de tiburón, pero no cualquiera, una mordida en el tímpano de la ballena lo que lo convierte en un caso extraordinario y único, pues no hay registro en la bibliografía científica de este tipo de interacción”, sostienen los paleontólogos.
“Reconocimos tremendas incisiones en la bulla timpánica coincidentes con una dentada extrema dejadas por un tiburón, de los cuales hay un buen registro fósil en lugar del hallazgo. ¡Pero hay algo más!, encontramos una pequeña pieza incrustada en el hueso, era aparentemente un fragmento de uno de los dientes del tiburón que en su voraz intento de alimentarse se lo dejo clavado” apunta Muñiz.
Reconstruir al historia
Según se deduce de esta investigación preliminar, la ballena, ya cadáver, caería al fondo marino donde diversas comunidades ecológicas de organismos se alimentaban de su carne muerta, de la carroña, y entre ellos los tiburones. Una vez la carne estaba casi desaparecida quedaron expuestos los huesos y en uno de estos intento de comer, un tiburón “mordió donde no debía, pues en esta parte apenas hay carne y el tímpano un hueso muy duro, mineralizado en vida de la ballena en un 80%”, comentan los paleontólogos.
A tenor de este hallazgo, los paleontólogos se plantearon un nuevo reto, averiguar a qué especie de tiburón pertenecía este diente. Una vez descartaron extraerlo en el laboratorio por su delicadeza. Entraron en contacto con la escuela de odontología de la UNAB, se contó con la colaboración de Arturo Fuentes, especialista en imagenología dental y máxilofacial y a cargo del servicio de Radiología-escáner tomografico. “¡cuando tenemos un problema con un diente hay que acudir al dentista!…y así lo hicimos, gracias al depurado trabajo de Arturo pudimos reconocer el contorno del diente y longitud, lo que nos acercó a datos más interesantes para entender el comportamiento del tiburón, y lo más espectacular es la posibilidad de poner al servicio de lo antiguo lo más moderno, como es la tomografía en 3D”, comentan Fuentes y Muñiz.
Con este dato, se pudo reconstruir la posición de la boca del tiburón en el momento de la mordida, la apertura de la boca y esperan acercarse a la especie. Pero la inquietud de los investigadores fue más allá y se plantearon “qué tipo de mordida, en cuestión de fuerza, tuvo que transmitir el tiburón para fracturar un hueso como el timpánico que tiene una resistencia entre el hormigón y el acero”, expone Muñiz.
Para tal cometido, implicaron al Director de la carrera de Ingeniería en Minas de la UNAB, Alejandro San Martín que comenta: “desde el punto de vista de la Ingeniería de Materiales, es interesante analizar el comportamiento de dos materiales distintos, como en esta caso son el diente de un tiburón y el hueso timpánico de una ballena. A partir de datos como la profundidad de la penetración y ángulo de la mordida, las propiedades mecánicas de ambos elementos y considerando los procesos mineralizadores por un lado y degradantes por otro, se podría llegar a establecer resultados etológicos o del comportamiento, como la fuerza de la mordida y la mecánica de ésta”.
Estos son datos preliminares, “aún quedan más secretos encerrados en este hueso y que nos aportaran información muy valiosa sobre la etología, paleoecología y paleobiología del pasado de Chile, hace aproximadamente 3 millones de años” según el Dr. Muñiz; para esto el equipo trabaja en los resultados preliminares que serán expuestos para su discusión en el próximo IV Simposio de Paleontología de Chile a celebrar este año en la ciudad de Valdivia y organizado por la Universidad Austral y la Asociación de Paleontología de Chile (APCHile) y en un futuro, una vez se complete el trabajo del análisis tafonómico presentarlo a publicación.
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Escrito por: Tania Merino