Hacia una Producción Sustentable de Biocombustibles
Estados Unidos fabrica actualmente enormes cantidades de etanol en base a cultivos de maíz, que si bien contribuyen a reducir la dependencia del petróleo, impactan fuertemente en el agua y el suelo. ¿Son sustentables los procesos empleados? ¿Cuáles son las potenciales ventajas ambientales de una economía de biocombustibles? ¿Qué se necesita para generar biocombustibles de […]
Estados Unidos fabrica actualmente enormes cantidades de etanol en base a cultivos de maíz, que si bien contribuyen a reducir la dependencia del petróleo, impactan fuertemente en el agua y el suelo. ¿Son sustentables los procesos empleados? ¿Cuáles son las potenciales ventajas ambientales de una economía de biocombustibles? ¿Qué se necesita para generar biocombustibles de manera sustentable? El Dr. Jerald Schnoor, académico de la Universidad de Iowa, expuso este y otros temas en el Campus República.
Ante un numeroso público, el académico de la Universidad de Iowa, miembro del Consejo Asesor Científico de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y editor de la prestigiosa revista Environmental Science and Technology, Dr. Jerald Schnoor, presentó su conferencia «Biocombustibles no sustentables en Estados Unidos y fitorremediación sustentable» el jueves 19 de marzo en el Campus República de nuestra Universidad.
Desde la perspectiva de ingeniería ambiental, Schnoor analizó el fuerte impacto que tiene sobre el suelo, el agua y la atmósfera la producción de bioetanol en base a cultivos de maíz, y las formas de limpiar y recuperar estos recursos, sobre la base de los estudios que ha desarrollado junto a su equipo del Centro de Investigación Ambiental Global y Regional de la Universidad de Iowa, del cual es co-director.
Estados Unidos es actualmente el principal productor de etanol a nivel mundial. Destina cientos de miles de hectáreas a cultivos de maíz para su elaboración, particularmente en los estados agrícolas del medio oeste (Iowa, Nebraska, Oklahoma, etc.) y la impulsa otorgando a los fabricantes importantes incentivos económicos como parte de su política gubernamental orientada a lograr independencia energética.
Sin embargo, esto tiene sus consecuencias. «La mayoría de esos puntos de producción genera un requerimiento anual de agua equivalente al de una ciudad de dos millones de habitantes», ejemplifica Schnoor. Así, el fuerte impacto de esta actividad sobre el suelo, el agua y la atmósfera (vertido de contaminantes orgánicos e inorgánicos, hipoxia en los cursos de agua, requerimientos excesivos de inputs como fertilizantes, pesticidas, agua, etc.) y sus efectos en la agricultura, la industria alimentaria y la economía han motivado la búsqueda de otras materias primas para la producción de etanol.
De acuerdo a lo expuesto por el académico, la tendencia hoy apunta hacia los combustibles de segunda generación, como el etanol celulósico, derivado de biomasa vegetal. Sin embargo, su elevado costo dificulta la sustitución del consumo de combustibles fósiles por los de producción limpia, ya que sólo es capaz de cubrir una pequeña parte de él.
Rol de la biotecnología y fitorremediación: plantar para limpiar
El profesor Schnoor se refirió además los aportes de la biotecnología en la identificación de los mecanismos biológicos que permiten que las plantas capturen y procesen sustancias contaminantes orgánicas, como la fitoextracción, la hiperacumulación, y el uso de enzimas, entre otros, conjunto de métodos conocido como fitorremediación.
Resultados obtenidos en plantaciones experimentales han demostrado que es posible utilizar esta «tecnología verde» en terrenos que se creía infértiles, como aquellos cercanos a antiguas plantas petroleras. Las plantas absorben las sustancias químicas remanentes y las degradan a nivel genético, liberando nutrientes. Actualmente, la biotecnología ambiental trabaja en el estudio detallado de tejidos vegetales en laboratorio a fin de determinar qué genes son los más eficientes para estos procesos.
A juicio del profesor Schnoor, la mezcla de ambas tecnologías es la opción más sustentable. Utilizar el hígado verde de los árboles para descontaminar suelos y crear biomasa utilizable en forma de biocombustibles, contribuye a crear hábitat y enriquecer el suelo. La biotecnología ambiental tiene respuestas a los desafíos ambientales del futuro, pero las decisiones que se tomen podrán ser oportunidades aprovechadas o riesgos creados. Una visión integral de estos desafíos ayudará a tomar las mejores decisiones.
Escrito por: Prensa-UNAB