Experto de la U. Andrés Bello afirma que el impacto psicológico del encierro de los mineros es inédito
Director de la Escuela de Psicología de la UNAB asegura que ningún estudio sobre traumas ha abordado una situación tan extrema como la que viven los 33 mineros. Pese a que tanto astronautas como trabajadores de la mina reciben entrenamiento para trabajar en condiciones extremas, la estadía en el espacio es planificada y cuenta con […]
Director de la Escuela de Psicología de la UNAB asegura que ningún estudio sobre traumas ha abordado una situación tan extrema como la que viven los 33 mineros. Pese a que tanto astronautas como trabajadores de la mina reciben entrenamiento para trabajar en condiciones extremas, la estadía en el espacio es planificada y cuenta con un tiempo límite. Los 33, en cambio, vivieron un accidente, están encerrados en contra de su voluntad y con la incertidumbre no tener fecha de salida.
La expectativa de la pronta salida de los mineros encerrados en la mina San José, desde el accidente ocurrido el 5 de agosto, ha planteado la pregunta sobre los efectos emocionales que en ellos puede tener las condiciones extremas que han vivido. Desde la incertidumbre de si serían encontrados hasta las reales posibilidades de un rescate, todo ha jugado en contra de su estabilidad emocional.
Ellos tienen una gran capacidad de sobreponerse a la adversidad, por las condiciones que implica su abnegada labor que no se iguala a otro tipo de trabajo, indica Patricio Celis, director de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello. Sin embargo, pese a que su entrenamiento les permite estar más habituados que una persona común a trabajar en condiciones extremas encerrados, aislados y en ambientes húmedos, no se puede estar preparado para un accidente de estas características.
“Se ha comparado su entrenamiento con el recibido los astronautas, pero no es equivalente”, sostiene el psicólogo. Incluso, por las condiciones laborales irregulares de los 33 mineros encerrados, se puede suponer que no recibieron un entrenamiento apropiado, prueba de ellos es que muchos de los que se encuentran bajo tierra presentaban sobrepeso o diabetes, condiciones desfavorables para un trabajo extremo como ese, aclara.
Los astronautas están habituados a trabajar en condiciones extremas, sin gravedad, aislados y lejos de su familia, dice Celis, pero están preparados para cumplir misiones que pueden ser muy prolongadas, pero que saben cuánto van a durar, lo que disminuye la ansiedad. Los mineros, en cambio, cumplen jornadas mucho más breves, de 8 a 12 horas y luego vuelven a sus casas, “y lo que ocurrió en este caso fue un accidente para el cual no estaban preparados, fueron entrenados para algo totalmente distinto como es una jornada de 12 horas, en cambio, este accidente los sumió en un encierro que deben afrontar en contra de su voluntad”.
“Es un abuso señalar que los mineros han sido entrenados para sobrevivir en las condiciones en que se encuentran. Existe una gran diferencia entre estar habituados a condiciones laborales diferentes a estar entrenados para sobrevivir a un accidente asociado al incumplimiento de medidas básicas laborales, ellos son víctimas de circunstancias que no escogieron”, sostiene el psicólogo.
Es por eso, que su experiencia emocional desde el punto de vista psicológico es inédita. Todos los estudios psicológicos de situaciones parecidas son insuficientes, ninguno considera el nivel de incertidumbre que vivieron desde en un comienzo ni todo el tiempo que han tenido que pasar bajo tierra, aclara Patricio Celis.
Accidente 1972
El efecto psicológico que en cada uno de ellos puede tener este evento inesperado no se puede determinar. En esto pueden influir las características previas de personalidad de cada uno, las habilidades que tienen, “pero ninguna persona, ni siquiera los astronautas están entrenado para estar tres meses bajo tierra en contra de su voluntad, su entrenamiento sólo fue diseñado para condiciones que en nada se asemejan a las que han vivido los 33 mineros”, señala.
Lo más parecido, indica el experto, puede ser la situación que vivieron los 45 pasajeros uruguayos, que el viernes 13 de Octubre de 1972 viajaban en un avión que se estrelló en la Cordillera de los Andes y estuvieron 72 días aislados del mundo en las condiciones extremas de esa zona. De ellos, sólo 16 sobrevivieron y fueron los que contaban a su favor el tener buenas condiciones físicas y ser jóvenes. “Pero en el caso de los mineros el dejar de experimentar la variación día y noche, lo que no vivieron los uruguayos, es un elemento que se suma a las difíciles condiciones, por lo cual esta experiencia es una situación límite que se deberá estudiar”, sostiene Celis.
Señalar que todos ellos se encuentran “traumatizados” tampoco es lo más apropiado. Si se usa en forma rigurosa el término trauma, dice Celis, esto se trata de una situación limite y dolorosa, pero se debe determinar en forma particular si para ellos fue un trauma. “Lo más importante en estos momentos desde el punto de vista psicológico es proteger su privacidad y la de sus familias. Permitir que cada uno de ellos decida el modo en que quiere vivir su experiencia, si quieren hablar o no del tema, sin forzarlos”, concluye.
Escrito por: Prensa-UNAB