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DIARIO UNAB| Tú eres importante

Conocer, para prevenir, abusos como la violencia de género, la discriminación, el acoso sexual y el bullying, entre otros, es el objetivo de la “Política de Convivencia: Inclusión y Promoción del Respeto” que desarrolló la UNAB y que conocerás en los próximos meses a través de la campaña “Tú eres importante”.

TÚ ERES IMPORTANTE

UNAB inicia campaña para promover la sana convivencia

Conocer, para prevenir, abusos como la violencia de género, la discriminación, el acoso sexual y el bullying, entre otros, es el objetivo de la “Política de Convivencia: Inclusión y Promoción del Respeto” que desarrolló la UNAB y que conocerás en los próximos meses a través de la campaña “Tú eres importante”.

Por Macarena Villa 

Esta iniciativa tiene como objetivo promover que la experiencia educacional se desarrolle en un ambiente inclusivo, de respeto mutuo y de trato digno recíproco.

“Con esta nueva política, hoy como Universidad queremos diferenciarnos e ir un paso adelante, a través de una mirada global de estas problemáticas, promoviendo una convivencia sana y no sólo enfocarse en temas de denuncias y sancionatorios”, explicó Mónica Daza, directora de Bienestar Estudiantil de la Dirección General de Desarrollo Estudiantil (DGDE) UNAB.

En este contexto surge el “Procedimiento de Prevención y Acompañamiento ante Faltas a la Sana Convivencia y enfrentamiento al Acoso Sexual”, que busca generar mecanismos de seguimiento y apoyo en caso de que ocurra alguna falta a los valores y principios universitarios y que están contemplados en la Política, incluyendo el acoso sexual universitario.

Mónica Daza precisó que allí se contemplan procedimientos disciplinarios e investigaciones por infracciones al Código de Conducta y Ética, así como también como el acceso gratuito a acompañamiento y apoyo psicológico para los alumnos que pudieran verse afectados.

¿Cómo reconocer la violencia en el pololeo?

La violencia en el pololeo es todo acto de tipo verbal, sexual, físico o psicológico, de un miembro de la pareja contra el otro, con el objeto de controlar o dominar a la persona, explica Paula Sáez, directora de la Escuela de Psicología UNAB. Por tanto, dice, no dista de la violencia en las relaciones de pareja en general.

“Nadie está exento de vivir algún tipo de violencia, por eso es muy importante visibilizarla y detenerla a tiempo. Ante las primeras señales de que la relación se está tornando en algo que me incomoda, debo detenerla”, subraya.

Características

  • No se restringe a los golpes, puede expresarse en forma verbal (insultos, garabatos, gritos), sexual (actos no consentidos) y psicológica (humillaciones, descalificaciones, control), entre otras.
  • Prevalecen sentimientos y afectos centrados en la inseguridad y el egoísmo del maltratador.
  • Malos tratos y excesiva necesidad de control por parte del otro, conductas posesivas.
  • Exceso de peleas y “reprimendas” de parte de la pareja, por cualquier motivo.
  • Desagrado de la pareja a compartir con nuestro entorno y nos aleja de la familia, amigos y amigas.
  • En la víctima, la sensación de felicidad se vuelve cada vez más fugaz.
  • Aparece una sensación de angustia cada vez más presente.
  • Prima la desconfianza del otro hacia mí y su necesidad de control sobre mi vida, mis relaciones y mis tiempos, se torna obsesivo y posesivo.
  • Mis afectos sobre el otro se comienzan a confundir y a transformar en temor.
  • La violencia se va duplicando a medida que la relación se va poniendo más seria.

No es tu culpa

La psicóloga Paula Sáez explica que la víctima debe entender, en primer lugar, que no es culpables de sufrir violencia. “En absoluto. No hay nada que justifique que el otro me trate mal y no me respete en mi dignidad. El único responsable de la violencia es quien la ejerce”, enfatiza.

Advierte que esta no es una relación de amor, es una relación de dominación violenta. “Y él no va a cambiar, a pesar de que tengamos esa ilusión. Por eso debo mirarme y tratar de reconocer la diferencia entre el amor y la necesidad de dominación y control que padece el otro; y convencerme de que esta obsesión va más allá de mí, pues solo estoy siendo una excusa para que el otro despliegue sus conflictos e inseguridades”, asegura.

¿Cómo lo dejo?

Cuando la víctima logra entender lo que ocurre debe salir de esa relación lo antes posible, explica la psicóloga.

Y advierte que tras tomar la decisión de alejarse, es muy probable que la pareja intente a toda costa evitar el término de la relación o que denunciemos.

“Probablemente prometerá que cambiará y que no volverá a suceder, y nos brindará pequeños momentos de felicidad y tranquilidad (período de “luna de miel”). También puede intentar manipularnos afectivamente o ya, directamente, amenazarnos”, grafica.

Por eso, dice, para salir de una relación es importante:

  • Tener la convicción de que es lo mejor para mí, y no hay que dar vuelta atrás. Para eso hay que luchar contra uno mismo, no es fácil, porque priman sentimientos de ambivalencia: “me hace mal, pero lo quiero y me quiere”. Cuando nos damos cuenta que el otro no va a cambiar, la convicción se hace más fuerte.
  • Buscar ayuda: acercarnos a nuestra familia, profesores y/o amigos y amigas. Contar lo que nos sucede sin temor y pedir ayuda.
  • Entender que terminar una relación implica un proceso de duelo. Por muy dañina que haya sido, es el término de una ilusión, de un proyecto con otro que no resultó. Por eso no tienes que negar tus afectos, ni negar el dolor. Vive el duelo, es una manera de comenzar a despedirte del dolor.
  • En ese sentido, permítete hablar de esto. Compartir lo que sientes y lo que piensas con aquellos con quienes no te sientas juzgada, pero en que confías. Si lo estimas necesario, puedes buscar ayuda profesional que te ayude a limpiar las heridas para poder comenzar de nuevo.
  • Recuerda: el tiempo corre a pesar de una, que esto que parece eterno pasará. El amor es un sentimiento interno y una necesidad vital. Una vez que estemos dispuestos a volver a entregarlo, estaremos dispuestos a recibirlo.

 

DIARIO UNAB N°30
Noviembre 2017

Escrito por: Carolina Muena