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DIARIO UNAB│UNAB forma para transformar …también desde la INCLUSIÓN

Cerca de dos mil estudiantes nuevos, provenientes de los cinco primeros deciles, este año recibieron alguna beca o beneficio de la UNAB. “Estamos comprometidos con formar a los futuros profesionales que transformarán Chile”, subraya Juan Antonio Rock, vicerrector académico. rel=»attachment wp-att-187999″> En 2015, 70 jóvenes con alguna discapacidad física o sensorial estudiaban en UNAB. Para […]

Cerca de dos mil estudiantes nuevos, provenientes de los cinco primeros deciles, este año recibieron alguna beca o beneficio de la UNAB. “Estamos comprometidos con formar a los futuros profesionales que transformarán Chile”, subraya Juan Antonio Rock, vicerrector académico.

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En 2015, 70 jóvenes con alguna discapacidad física o sensorial estudiaban en UNAB. Para responder a sus necesidades nació la Unidad de Educación Inclusiva (UEI). Esta iniciativa se suma al Diploma en Habilidades Laborales para jóvenes con discapacidad cognitiva, que en 10 años suma más de 200 egresados. El objetivo es que UNAB la igualdad sea visualizada como el respeto a las diferencias.

 Por Macarena Villa y Carolina Yacoman

rel=»attachment wp-att-187995″>Francisco Muñoz tiene 18 años, es el hijo mayor de su familia. Egresó del Liceo de Excelencia Valentín Letelier de Linares, en 2015, con un promedio de notas de 6,7. Motivado por uno de sus profesores decidió estudiar Medicina en la sede Concepción de la UNAB, que este año abrió la carrera. “La decisión de esta estudiar acá fue porque es una ciudad que me gusta para vivir”, admite.

Con sus 749 puntos PSU la UNAB le otorgó la Beca de Excelencia Académica, que cubre el 20% de su arancel; el resto lo financia su familia con un crédito. Sin la beca, sus padres no habrían podido costear toda la carrera.

“A futuro quiero especializarme en Medicina Interna y trabajar en hospitales públicos, donde están las mayores carencias y necesidades de atención de pacientes”, dice Francisco (en la foto).

Miles de estudiantes con buen rendimiento académico y que están en los cinco primeros deciles –el 50% más vulnerable del país– ingresaron a la UNAB. Ellos buscan transformar sus vidas y convertirse en profesionales, metas posibles de cumplir gracias a las becas y beneficios que les entregó esta casa de estudios.

Movilidad social 

rel=»attachment wp-att-188000″>Este año, cerca de dos mil estudiantes de los cinco primeros deciles recibieron alguna beca o beneficio otorgado por la UNAB, que de esta manera busca fomentar el mérito con excelencia académica y dar reales oportunidades de movilidad social a miles de jóvenes.

“Estamos comprometidos con formar a los profesionales, docentes e investigadores que transformarán el Chile del mañana y para eso, también formamos desde la inclusión a todo nivel”, subraya Juan Antonio Rock, vicerrector académico UNAB.

rel=»attachment wp-att-187997″>Valentina Villavicencio vive en Santiago junto a sus padres y su hermano menor, tiene 18 años y este año ingresó a Odontología. Y lo hizo gracias a un convenio que existe entre UNAB y la Municipalidad de San Bernardo que cubre el 100% de su arancel y matrícula.

“Para mantener el beneficio por los seis años que dura mi carrera debo mantener un promedio 5,0 final y no reprobar ningún ramo. Si no cumplo paso directamente al CAE (crédito con aval del Estado)”, comenta.

¿Qué espera de Odontología? “Lo que me mostró a los siete años cuando veía a mi mamá trabajar como secretaria en una clínica dental… Quiero que me permita entrar a la Salud Pública y trabajar en zonas alejadas, donde nuestros pacientes tienen que viajar cientos de kilómetros para lograr una atención”, enfatiza Valentina (en la foto).

Y este es un sueño posible, dice Pablo Panguinao (25): “con esfuerzo, a veces lágrimas y gritos al cielo, todo es posible”. Este joven ingeniero industrial egresado de UNAB hoy está cargo del área de Equipos Médicos, Infraestructura y Mobiliario de la empresa Medicenter S.A. Pero para eso recorrió un largo camino.

rel=»attachment wp-att-187998″>Estudiaba de noche para trabajar en el día y pagar lo que no le cubría el CAE. Como estudió en un liceo técnico pudo trabajar como asistente contable en varios lugares y ganar el sueldo mínimo, aunque también lavó platos y copas en un restaurante, fue ayudante de mueblista, limpió autos y pintó candados en una fábrica de llaves.

“La verdad todo era con el fin de no salirme de la universidad (…) Me servía para pagar la diferencia y me quedaba para comer”, recuerda. Salía a las siete de la mañana de su casa, a las seis de la tarde terminaba su trabajo, a las siete entraba a la universidad y a las 12 de la noche llegaba a su casa. Y como no tenía computador, “los sábados eran sagrados: me encerraba en la biblioteca para estudiar”, agrega Pablo (en la foto).

Creció junto a su padre, que era taxista, y su hermana, que ahora estudia en UNAB; su madre falleció cuando era niño. Hoy su familia “ya está fuera de problemas económicos, nos ayudamos mutuamente, estamos muy bien”, dice. Su papá está formando un emprendimento, su hermana está por titularse y él cada vez asume más responsabilidades laborales.

“Somos una universidad que cree y practica la inclusión. Este sello se puede ver a través de perspectivas diversas como nuestra política de becas y ayudas estudiantiles, que nos permite dar la oportunidades a jóvenes talentosos provenientes de contextos vulnerables de acceder a la Educación Superior”, agrega el vicerrector académico.

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DIARIO UNAB N°24
Marzo/Abril 2016

Escrito por: Prensa-UNAB