Cooperativa | Columna: “Blancas palomas”
En el marco de la iniciativa que busca rebajar la edad en el control de identidad preventivo, la académica de UNAB Pamela Soto profundizó en el tema y la necesidad de analizar el contexto.
Ejercer el control de identidad preventivo a menores de edad es un tema que ha generado debate en los medios de comunicación y en distintos sectores políticos.
Los argumentos para apoyar o rechazar la propuesta transitan entre exponer que sería un acto que vulneraría los derechos, hasta la necesidad de endurecer la labor policial para prevenir la delincuencia juvenil.
La psicóloga y académica de UNAB Pamela Soto tiene una posición clara de rechazo a la rebaja de edad en el control de identidad, la que expuso en su columna difundida por Cooperativa, espacio en que fundamenta con la carga que tienen los estereotipos y prejuicios que orientan la aproximación a la realidad, entre otros puntos que profundizó en su texto.
Blancas palomas
El diputado Gonzalo Fuenzalida de Renovación Nacional, ha llamado la atención de las redes sociales, al enviar un mensaje de apoyo a la rebaja de edad en el control de identidad preventivo con el eslogan “no todos los menores de edad son blancas palomas”.
Las complejidades de establecer un control preventivo de identidad han sido ampliamente debatidas en el caso de los adultos, puesto que esta acción presenta un espacio privilegiado para la vulneración de derechos.
No solo por la posibilidad de que se ejerza un control sobre la base de presunciones basadas en el prejuicio, generando condiciones de discriminación, sino que también por la posibilidad de que en este acto se transgredan los límites personales, permitiendo que se exponga a las personas involucradas a chequeos y revisiones injustificadas, invadiendo su intimidad y su cuerpo, esto además de la evidente restricción a la libertad de movimiento.
La noción de justicia juvenil o responsabilidad penal adolescente ha sido inspirada por el reconocimiento – a nivel internacional – de la necesidad de que la respuesta del Estado frente a las infracciones de ley cometidas por menores de 18 años considere las particularidades de esta edad y evite constituirse en un medio que favorezca la desintegración social y la exclusión social de niñas y niños sellando su destino.
En un país como el nuestro, que aún no es capaz de dar garantías mínimas de cumplimiento de los derechos de las niñas y niños, que hace apenas tres años atrás exponía por televisión abierta una lista interminable de muertes en los centros del SENAME, en el que la situación de la infancia ha recibido poco o ningún interés, parece una aberración, el promover una legislación de este tipo.
¿No hay otros temas relacionados con las niñas y niños que resolver antes?
¿No les parece que esto raya en la violencia?
¿No hemos coincidido como sociedad en que los niños y niñas tienen derechos que deben ser protegidos?
El propio apelativo “blancas palomas” ofrece un buen ejemplo de la forma en que los estereotipos y prejuicios orientan nuestra aproximación a la realidad.
La imagen que nos ofrece el diputado Fuenzalida corresponde a una imagen dominante de nuestra sociedad occidental que asocia lo blanco con la pureza y lo negro con la impureza.
Si se considera que, como señaló profusamente durante el debate de la ley, el control preventivo funciona sobre la valoración que debe hacer un o una policía respecto a la apariencia o conducta de otro, estamos frente a la posibilidad de que los cuervos negros sean controlados bastante más que las blancas palomas.
El control `preventivo de identidad es por si mismo polémico y representa una amenaza a los derechos de las personas. Como mecanismo de control de la delincuencia no ha mostrado ser eficiente como sus adeptos prometieron.
¿Bajo qué argumento entonces, tenemos que someter a los niños y las niñas a un procedimiento que en el caso de los adultos resulta controversial?
La agenda antidelincuencia puede marear nuestros sentidos, pero no olvidemos que la deuda con las niñas y niños de nuestro país es larga y está muy lejos de ser saldada.
Escrito por: Inger Ambler