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CONOCE A TU PROFE | «La muerte de un paciente es el borde del abismo»

Dice que a veces cae bien y otras no tanto, pero afirma ser altamente sensible y leal hacia quienes le piden ayuda. La Dra. Adela Contreras llegó hace una década a la UNAB a la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello y desde entonces adquirió un compromiso con sus estudiantes. Esta es su historia.


Dice que a veces cae bien y otras no tanto, pero afirma ser altamente sensible y leal hacia quienes le piden ayuda. La Dra. Adela Contreras llegó hace una década a la UNAB a la Escuela de Medicina de la U. Andrés Bello y desde entonces adquirió un compromiso con sus estudiantes. Esta es su historia.

Nacida y criada en el Barrio Diez de Julio, en Santiago, en una época en que existían los almacenes de barrio y las ferreterías y Adela Contreras Ramonett caminaba largas distancias entre su casa, el Liceo N°1 de Niñas y el Conservatorio de música en calle Compañía.

Hija de madre viuda, con tres hermanas y una nana que la crió en una casa de fachada continua y piso de tabla que crujía al caminar, Adela se casó con quien ella denomina “el amor de mi vida”, con quien tuvo dos hijas.

Fue en tercero medio cuando Adela decidió enfocar en la Medicina su futuro laboral. “Mi interés era ayudar a las personas y sentía especial atracción por las asignaturas científicas, siendo Albert Schweitzer una figura inspiradora para mí en esa etapa”, confiesa.

¿Por qué se inclinó por el área laboral y ética?
Me interesé por la ética después de conocer y disfrutar intensas conversaciones con un docente UNAB fallecido hace cinco años, el Dr. Manuel Pérez. En aquel entonces, tuve que hacerme cargo de su asignatura, Ética Médica.

¿Qué es lo más difícil que un profesional de esta área debe enfrentar?
En lo personal, ha sido la muerte de un paciente. Eso es el borde del abismo.

¿Cómo y cuándo llegó a la UNAB?
Llegué hace 10 años, como tutora de semiología en el Hospital de Buin y de a poco comencé a tener participación en otras labores, desde profesora de asignatura hasta directora subrrogante.

¿Cómo nació su gusto por la docencia?
Es divertido porque era mi juego favorito con mi hermana menor: «juguemos al colegio» y nos hacíamos pruebas escritas mutuamente, estamos hablando de los años 70.

¿Cómo es su relación con los estudiantes?
Intensa (risas). Yo diría heterogénea, ya que por mi forma de ser, a veces caigo bien y a veces mal. Sin embargo, soy altamente sensible y leal hacia quienes me han pedido ayuda.

¿Cómo se define como profe?
Soy responsable, absolutamente comprometida. Para mí, cada clase es un evento único que debiera salir perfecto.

¿Cuáles han sido sus máximos logros en lo profesional: Tanto en lo académico como en lo clínico?
Llegar a ser profesora asociada y contar con la confianza y el respeto de mi equipo de trabajo. Eso me hace feliz. Para mí ha sido especialmente gratificante haber trabajado como profesora en la carrera de medicina en mi país, en varias universidades, lo considero un privilegio.

«Soy responsable, absolutamente comprometida. Para mí, cada clase es un evento único que debiera salir perfecto».

¿Algún proyecto pendiente en lo profesional?
Estudiar filosofía y hacer un Poli de Medicina General con estudiantes.

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
¡Me encanta viajar! También tocar música, hacer cosas manuales (tejer, telar, bordar) y, por supuesto, «patanear» jugando Candy Crush.

¿Cuál es su plato preferido?
Tallarines con salsa de tomate.

¿Tiene alguna película o serie que le guste?
Me gustan las películas de Bergman y el cine arte en general. No he visto muchas series, pero me han gustado Trapped y una de Turismo Oscuro.

¿Algún personaje de política, religión, entretención a nivel mundial que admire y por qué?
Las mujeres que han logrado destacarse en algún ámbito científico, social o espiritual, las admiro y respeto mucho. Tuve la oportunidad de estar frente a la tumba de Marie Curie y mis ojos se humedecieron.

¿Qué consejo les daría a los jóvenes que recién están comenzando a estudiar medicina?
Les dirían que uno no estudia medicina, uno se va convirtiendo en médico (del alemán Werden) y que eso toma tiempo, más de 7 años.

Escrito por: Sonia Tamayo