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DIARIO UNAB | Carolina Águila, la estudiante UNAB que llegó a la Universidad de la NASA

No sirve tener un proyecto elevado si no te importan los demás, fue una de sus lecciones. Grandes CEO no sólo le enseñaron de tecnología y desafíos mundiales, también a no limitarse y abrirse a áreas como el deporte y la meditación.

 “En la vida vamos a tener muchas barreras y depende de nosotros romperlas”

No sirve tener un proyecto elevado si no te importan los demás, fue una de sus lecciones. Grandes CEO no sólo le enseñaron de tecnología y desafíos mundiales, también a no limitarse y abrirse a áreas como el deporte y la meditación.

Por María José Marconi

En las últimas semanas Carolina Águila, ingeniera en Biotecnología de la Universidad Andrés Bello (UNAB), ha acaparado la atención de los medios por su historia de superación y sus ganas de cambiar el mundo.

Actualmente desarrolla el primero de sus emprendimientos: Aflox, un producto biotecnológico capaz de eliminar toxinas en los cultivos agrícolas, y por el cual obtuvo una beca, en 2016, para participar en el programa Global Solutions, de la Singularity University, conocida como la “Universidad de la NASA”, en California, Estados Unidos.

SwitchUp, otro de sus proyectos, es una metodología que entrega herramientas para que las personas puedan romper sus barreras y limitaciones para alcanzar sus sueños, a la vez que trabaja en la empresa Charlas Motivaciones Chile, exponiendo en colegios, universidades, empresas y congresos.

Es columnista en Mujeres Valientes, una revista online de España donde publica mensualmente en la sección Mujer Singularity. También participa como voluntaria en Girls in Tech en la V Región, donde además colabora en la generación de StartUp Weekend Viña del Mar, iniciativa que busca potenciar el ecosistema emprendedor de esa región en 54 intensas horas.

Aquí Carolina habla de las lecciones aprendidas, de su historia de superación y su determinación de ser científica contra todo pronóstico.

—¿Cómo fue el proceso para desarrollar tu primer emprendimiento, y qué te motivó a lanzarte al mundo de la innovación tecnológica?

La verdad es que cuando conocí el emprendimiento, hace dos años, nunca pensé que tendría una idea. Siempre me decía a mí misma que las personas que los creaban son gente súper inteligente y que estaba fuera de mi alcance, pero no me quedé sentada y me di la oportunidad. Me atreví a lanzar el proyecto y postularlo a Corfo, donde creyeron en mí y me dieron la oportunidad para comenzar mi prototipo básico. Nunca me arrepentiré de no haberme cerrado a la idea de que sólo “superdotados” podrían generar emprendimientos globales, o limitarme a participar en un proyecto Corfo por no saber inglés o de negocios. En la vida vamos a tener muchas barreras y depende de nosotros romperlas.

—El programa Global Solutions, de la Singularity University, apunta al desarrollo de soluciones e innovaciones que transformen positivamente el futuro de la Humanidad. ¿Qué ideas, conclusiones y aprendizajes son los que más rescatas de tu experiencia allá?

Haber participado del programa fue una experiencia súper enriquecedora y llena de aprendizaje. En Singularity no solo se focalizan en que las personas sean inteligentes y que tengan grandes proyectos, sino que se centran más en el corazón, ya que no sacas nada con ser sumamente inteligente y tener un proyecto elevado si no te importan los demás, si no tienes empatía y te olvidas de que alguna vez partiste de abajo.

Además me encontraba rodeada de grandes CEO muy reconocidos que te enseñaban sobre tecnología y los desafíos mundiales, porque querían que fuéramos íntegros. Pero también que fuéramos ambiciosos y no nos limitáramos a nada; que complementáramos muchas áreas y entendiéramos todo. También nos potenciaban mucho el deporte y la meditación, algo que realmente no pensaba que iba a hacer allá, porque saben que el conocimiento de uno mismo es sumamente importante, al igual que las habilidades sociales.

—¿Cómo influyó tu formación en la UNAB en tu desarrollo personal y profesional?

Quisiera destacar a dos grandes profesores que marcaron mi vida, y se los voy a agradecer por siempre. En la UNAB de Viña del Mar destaco a mi profesor de Biología Celular, Enrique Vines. Él vale oro. Jamás lo olvidaré por todas sus enseñanzas, por querer que sus alumnos den lo mejor porque sabe que podemos. También destaco a mi profesor de Emprendimiento de la UNAB de Santiago, Hans Pieringer. Ese ramo me animó a dar el primer paso y me reforzó todo lo que andaba buscando en esa área.

—La tuya es también una historia de esfuerzo y superación personal. ¿Cuándo y de qué manera ocurre en ti el “cambio de switch” que te lleva a querer hacer más y mejores cosas?

Siempre quise tener buenas notas en el colegio. De verdad ponía mucho esfuerzo, pero no podía concentrarme y me costaba mucho memorizar. Recuerdo haber llorado mucho por desesperación de no saber qué hacer; recurrí a psicólogos, neurólogos, libros de autoayuda, amigos, pero fue inútil. Un día mis padres tomaron la decisión de cambiarme a un 2×1 para terminar 4° medio. Yo ya no quería ir a clases por todo lo que ocurría y mi desmotivación me estaba superando tanto que no visualizaba nada en mi futuro.

Recuerdo haberme ido una semana a la playa. Escuchaba música y miraba el mar tratando de buscar una respuesta a lo que me pasaba. Con un lápiz y papel empecé a escribir y a botar todo lo que tenía en mi mente: palabras sueltas, líneas, dibujos de personas. Luego ya escribí frases de lo que me ocurría y comencé a hacer mapas conceptuales de mi vida para darme cuenta de lo que estaba haciendo, de lo que me estaba perdiendo. Ahí fue cuando dije: “estoy priorizando cosas que no me traen ningún valor a futuro, y si no le doy la importancia a lo que realmente me trae felicidad, probablemente esta oportunidad pase y mi futuro se verá afectado por siempre”.

Escribí en todas partes mi nueva decisión de luchar por lo que amaba, lo leía muchas veces al día para darme fuerzas y recordar que ésa era la decisión tomada: yo quería ser científica, y si yo no me movía por mi futuro, nadie lo haría por mí.

—Desde tu experiencia, ¿qué consejo darías a los estudiantes, en especial a los que viven períodos de dificultad, frustración y cuestionamiento?

Que piensen en su pasado, en su presente y en su futuro. Si les gusta o no lo que ven y quiénes son hoy. Les digo que los períodos de dificultad pasan, son momentáneos. En nuestra vida vamos a tener muchas barreras y el camino será dificultoso para alcanzar lo que más amamos. Ésta no va a ser la última vez que lo estén viviendo, pero ¿qué es mejor? ¿Vivir haciendo lo que más te gusta, o arrepentirte toda tu vida de la decisión que tomaste por miedo, por no querer enfrentar riesgos, por el qué dirán otros si te equivocas? Son ustedes mismos contra ustedes mismos. El futuro es tuyo; tú lo formas.

Al final del camino, cuando miras para atrás te llega al corazón; te sientes orgulloso de ti mismo por todo lo que has logrado y de lo que eres capaz.  Ahora sabes que vas por el camino correcto y que nadie te va a detener.

Escrito por: Sonia Tamayo