CONOCE A TU PROFE | Autor de libros, consejero de sus estudiantes y una “Metralleta” marcan sus 14 años en la docencia en Kinesiología
Hernán de la Barra tiene 38 años. En el 2000 llegó como estudiante a la U. Andrés Bello y en el 2005 pasó a integrar el cuerpo docente de la Escuela de Kinesiología de esta casa de estudios. Desde entonces, su camino como profesor ha estado marcado por su cercanía con los alumnos, su compromiso y amor por lo que hace. Conoce a tu profe.
Hernán Andrés de la Barra Ortiz, es académico de la Magíster Craneomandibular, Craneocervical y Dolor Facial. Si esto no es suficiente, como kinesiólogo atiende a sus pacientes, es padre de mellizas de cinco años, esposo y amigo.
A sus 38 años, no para. Motivado por el amor a su profesión y a la docencia es uno de los académicos más reconocidos en el campus Casona de Las Condes. Esta es su historia.
¿Por qué estudió Kinesiología?
Mi historia en la kinesiología comienza en la Enseñanza Media (tercero medio) cuando sufrí una lesión de mis rodillas producto de una inflamación de los tendones del cuádriceps femoral, lo que se atribuyó, según los médicos, a una sobrecarga por exceso de actividad física. Esto me pareció sensato debido a que en aquella época era muy deportista, ya que jugaba fútbol, tenis de mesa e iba al gimnasio en mi tiempo libre. A esas alturas, sólo conocía a los médicos y enfermeras en cuestiones de áreas de salud. El traumatólogo me indicó realizar sesiones de kinesiología para recuperarme. La verdad que cuando me dijo kinesiología no entendía de qué se trataba. Luego de eso comencé a asistir a mis sesiones y conocí un profesional de la salud diferente, que trabajaba en base al ejercicio físico, y que tenía conocimientos de las ciencias de la salud. Veía su relación con las personas y me llamó la atención que pasaba bastante más tiempo con los usuarios, comparado con otros profesionales y que, además, mantenía un estrecho seguimiento del proceso de evolución de la recuperación de las personas. Lo anterior, además de otras variables, me hicieron inclinarme por Kinesiología.
«Lo que puedo decir es que uno nunca termina de aprender de los estudiantes, siempre tienen una lección que darnos».
¿Cómo y cuándo llegó a la UNAB?
Llegué el 2000 tras rendir la mítica Prueba de Aptitud Académica (PAA) -hoy Prueba de Selección Universitaria (PSU)- y luego de postular a Kinesiología en una Universidad Tradicional. La verdad es que en dicha casa de estudios califiqué en lista de espera. Curiosamente apareció en El Mercurio un aviso de que la UNAB abría la carrera de Kinesiología y donde se explicaba en detalle todo lo relacionado a la misma. Mi mamá me dijo que postulara por si caso para tener una alternativa en caso de que la lista de espera no avanzara. Hice caso y me dirigí a Avenida República 242 para postular. Luego de mi postulación recibí un llamado telefónico al cabo de un par de horas donde me señalaron que había quedado. Luego de eso me matriculé sin dudarlo. Sólo como anécdota comento que la lista de espera en la institución tradicional avanzó, pero preferí quedarme en la UNAB por la calidad de sus profesores y por su infraestructura, pues al ser una carrera nueva uno se percataba de que se había puesto énfasis en ella.
¿Cómo nació su gusto por la docencia?
Nace en segundo año de la carrera, al darme cuenta de que tenía cierta habilidad para explicar a mis compañeros cuando nos juntábamos en grupos de estudio. Obviamente, no era en todas las materias, pero aquellas que me motivaban más como anatomía humana, biomecánica y asignaturas de especialidad de la carrera, me resultaban más cómodas. En el último año de la carrera se me da la opción de formalizar una ayudantía, mientras me encontraba en paralelo realizando mi práctica profesional. La experiencia fue tremendamente provechosa debido a que me hizo darme cuenta de la otra cara de la moneda, la perspectiva del profesor y entendí lo complejo que era pararse frente a un grupo, diverso en pensamientos, creencias, ideas y enseñarles. Esto me hizo valorar tremendamente la labor docente. Una vez que me titulé (2005), el mismo día de mi examen, el director de Escuela de la época junto a la secretaria académica, me invitaron a formar parte de la carrera de Kinesiología de la UNAB, debido a que recibí una muy buena valoración de los estudiantes de los laboratorios en los que apoyaba con clases. Esto significó mi primer trabajo formal, y lo que más me enorgullecía era el hecho que se trataba de mi casa de estudios.
¿Cómo es su relación con los estudiantes?
Creo que la relación con los estudiantes ha ido variando. En los primeros años, uno genera una relación más vertical y de más rigurosidad (a veces más de la necesaria). Sin embargo, a medida que avanzan los años, ya con más experiencia, la relación es más cercana, manteniendo las distancias pertinentes, por supuesto, pero siendo más empático. Además, uno se posiciona en un plano más de transmisión de su experiencia, pues a estas alturas los conocimientos ya están impresos y uno sólo va actualizándose. Esta relación de mayor confianza académica va permeando proceso de construcción de ideas y nuevo conocimiento. Lo que puedo decir es que uno nunca termina de aprender de los estudiantes, siempre tienen una lección que darnos.
¿Sabe si le tienen algún apodo?
No lo tan tengo claro. Algunos estudiantes me apodaron en alguna oportunidad “metralleta” debido a que preguntaba mucho en los exámenes de título y las asignaturas prácticas. A mi favor, explico que esto siempre en afán de poder dialogar con fundamentación y comprender claramente las bases e ideas de mis estudiantes. Siempre me parecieron de poca equidad aquellos exámenes en los cuales había que estudiar una infinidad de temas y, finalmente, el docente hacía una pregunta en modalidad todo o nada, que a veces definía la situación de dicha evaluación y que muchas veces no se condecía con lo estudiado.
¿Cuáles han sido tus máximos logros en lo profesional?
Haber podido llevar una carrera docente de larga trayectoria en la UNAB, y que me han permitido aprender lo que es ser un académico de excelencia. Agrego a esto la obtención de mi grado de Magíster, también obtenido en la UNAB, junto a estudios de continuidad, varios realizados en la UNAB también. Destaco uno de mis últimos logros que es la publicación de un libro “Agentes Físicos. Conceptos Básicos y Aspectos Generales” y otro libro que viene en camino con apoyo de la UNAB que es el primer libro de texto de la carrera para trabajo autónomo del estudiante que se gesta a partir del proyecto de mi otro libro y la innovación curricular de nuestra malla. Comento que este libro se ha adjudicado el Fondo de Innovación en Docencia 2019 de la UNAB.
«Me molesta la flojera, mínimo esfuerzo, la poca proactividad. Me alegra cuando las personas son esforzadas por concretar sus metas».
¿Cuál es su principal característica como profesor?
Metódico, disciplinado, jugado por mis estudiantes y por entregarles lo más actualizado referente a los temas que imparto. Siempre he velado por la integración de modo de que ellos valoren la relevancia de lo que aprenden. Destaco además que soy un buen escucha y consejero, intentando siempre de apoyarlos, en la medida de lo posible, especialmente cuando me han confiado temas de índole más personal.
¿Alguna anécdota que recuerde como profesor?
Recuerdo que, en mis primeros años como docente, también quizás un poco por la inexperiencia, al tomar evaluaciones prácticas, no contemplaba bien los tiempos y me extendía en demasía, lo que me llevó a tomar evaluaciones en jornadas maratónicas. Recuerdo haber estado una vez encerrado tomando pruebas de 8:30 a 21:30 sin salir de una sala.
¿Qué cosas le molestan y cuáles le alegran?
Me molesta la flojera, mínimo esfuerzo, la poca proactividad. Me alegra cuando las personas son esforzadas por concretar sus metas.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Hacer deporte, escuchar música, compartir con mi familia y jugar con mis hijas. También me gusta estudiar cosas relacionadas con Kinesiología, pues me gusta tremendamente lo que hago.
¿Alguna película o libro que le guste?
Películas varias, todas las películas de Marvel. Libro el Conde de Montecristo de Alexandre Dumas.
¿Qué le gusta comer?
De todo, aunque me gustan mucho las pastas.
¿Cuál es el mayor colmo de un Kinesiólogo?
Que no le guste el movimiento
¿Cómo se imaginas en 10 años más?
Docente en la UNAB, con más desarrollo en investigación en mi área de especialidad de la Kinesiología, transmitiendo la experiencia a mis estudiantes y siendo un referente en lo que hago.
Escrito por: Sonia Tamayo