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ORGULLO UNAB | Aisenino futuro fonoaudiólogo cuenta los riesgos que ha pasado como bombero

De la actuación, Vicente Sánchez derivó a la Fonoaudiología. A sus 34 años, este estudiante de quinto años de la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello, compatibiliza sus estudios con su labor de bombero. Esta es su historia.

Son cerca de dos mil kilómetros los que separan a Santiago de Puerto Aysén, su ciudad natal. Vicente Sánchez, quien se define como un “aventurero”, al parecer lo confirma con los caminos que ha tomado en la vida: Vivir en Francia, dejar el sur por la capital y ser bombero.

Esta es la historia de un aisenino de 34 años, estudiante de quinto año de la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello, que sueña con volver a sus tierras:

¿Por qué decidiste estudiar Fonoaudiología?
La verdad es que no fue algo que tuviese programado, más bien creo que la vida me llevó a encontrarme con la fonoaudiología. Todo comenzó mientras estudiaba teatro. Siempre tuve particular predilección por las áreas de voz y danza, me interesaba cómo el cuerpo incidía en la voz y viceversa, producto de esto tuve la oportunidad de estudiar, la voz y la actuación con el Pantheatre de París (en Francia), sin duda una de las mejores experiencias de mi vida, la cual si bien me otorgo muchas respuestas también despertó en mi una gran sed de conocimientos. Así que a mi regreso a Chile, tomé la decisión de estudiar Fonoaudiología, al examinar las mallas curriculares de las distintas universidades, la que más me gusto fue la de la UNAB.

¿Cómo ha sido tu experiencia de venir del sur, de tan lejos, a estudiar a Santiago?
Si bien por crecimiento personal uno debe salir de su pueblo, por más que uno lo quiera, es un proceso bastante difícil, se extraña mucho, ya que al salir uno deja atrás familia, amigos, etc. Sin embargo, es posible adaptarse, salvo en el tema de las distancias (tiempos de traslado), a eso nunca me he adaptado.

«Cada vez que uno tripula una máquina de bomberos, el riesgo está presente en cada esquina, ya que si bien, uno sabe a lo que va, nunca conoces con qué te vas a encontrar, en varias emergencias he tenido accidentes, afortunadamente sin graves consecuencias. En una ocasión, resulté con quemaduras de segundo grado en la cara producto de un incendio y de la alta temperatura que tenían las cortinas metálicas».

¿Qué extrañas de tu hogar en el sur?
La tranquilidad y el ritmo de vida.

Sé que eres Bombero ¿Cómo llegaste a esta labor?
Todo comenzó desde que era muy pequeño. Mi abuelo por parte de madre fue bombero de la Primera Compañía de Los Ángeles en los años 50, mis tíos y primos son bomberos de la Séptima Compañía de Bomberos de Osorno, además la casa de mis abuelos paternos está a 20 metros de este cuartel, lugar donde por lo general pasaba mis vacaciones de verano, compartiendo con los cadetes de la Séptima. Mientras fuimos creciendo y cumplíamos los 18 años, todos fueron pasando a voluntarios, pero como yo era un nómade, ya que por estudios me trasladaba mucho de ciudad, no hubiese podido cumplir con mis deberes de bombero. A si que postergué mi ingreso hasta que me radiqué en Santiago, donde entré a mi querida Séptima Compañía de Zapadores Franco-Chilena. De la cual sigo formando parte ya con 10 años de servicio.

¿Cómo ha sido complementar tus estudios con la labor de ser bombero?
Bastante difícil, si bien es un equilibrio muy delicado, puede lograrse, aunque debo admitir que en ocasiones me he sentido superado, esto es solo cuando se acercan los periodos clave de la vida académica. Mis compañeros de bomba siempre me han apoyado, pero eso no quita el sacrificio que hay de por medio, noches de guardia en las que no se puede dormir, debido contingencias del servicio a la comunidad, igual se debe seguir siendo trabajador y estudiante, ya que el mundo no se detiene.

¿Te has visto enfrentado a algún riesgo grande en tu labor de bombero?
En numerosas ocasiones. Cada vez que uno tripula una máquina de bomberos, el riesgo está presente en cada esquina, ya que si bien, uno sabe a lo que va, nunca conoces con qué te vas a encontrar, en varias emergencias he tenido accidentes, afortunadamente sin graves consecuencias. En una ocasión, resulté con quemaduras de segundo grado en la cara producto de un incendio y de la alta temperatura que tenían las cortinas metálicas. En otra oportunidad, pasé más de dos horas y media conversando con un suicida sobre una torre de alta tensión en pleno invierno. Pero también hay alegrías, como cuando fue una madre a dejar un pastel de chocolate al cuartel porque habíamos rescatado a su hija en un accidente de tránsito o cuando se acercan los niños emocionados por ver a los bomberos, o cuando son las 4 am y llega un vecino con un termo con café, para que soportemos el frío, el cansancio y sigamos con nuestro trabajo.

¿Cómo fue tu labor en el Hospital El Pino?
Fue bastante gratificante, sentí que en realidad era un área muy importante para descongestionar el sistema público, además el ambiente de trabajo fue muy acogedor, el equipo nos acogió como uno más, sin discriminaciones ni miradas inquisidoras. Además, la profesora Macarena Drago, nos guio paso a paso hasta que nos ambientamos, nunca nos dejó a la deriva, por lo cual uno se sentía seguro y apoyado.

¿Cuáles son tus proyectos a corto y mediano plazo?
Pretendo contraer matrimonio con mi prometida y radicarme en el sur, para abrir nuevas áreas para la fonoaudiología.

¿Cómo te definirías en una frase?
Espíritu aventurero, no soy una persona que se quede quieta por mucho tiempo, siempre busco cosas nuevas que aprender o que hacer, tengo la necesidad de satisfacer mi infinita curiosidad.

¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Todo depende de en qué esté atrapado en ese momento. Puedo estar trabajando en alguna obra de teatro, o haciendo algún proyecto de carpintería, o me enfoco en la bomba, también visito a mis amigos, a mi familia, viajo, salgo de excursión, me gusta mucho pasear en bicicleta, o juego a ser músico. Mi último juguete, es un teclado, solo porque consideré que me podía ser útil.

¿Cómo te imaginas en 10 años más?
Dentro de 10 años, me gustaría haberme estabilizado, para avanzar como profesional, me veo como un hombre de familia y espero haber podido ir a especializarme al extranjero, para abrir nuevos horizontes.

Escrito por: Sonia Tamayo