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Entrevista al Decano Dr. Jaime Contreras: “Pretendemos acreditar las cuatro carreras de la Facultad”

Dice que no cambiará su pequeño auto por nada del mundo, pese a la presión de algunas personas debido a su nuevo cargo. Dice que es católico pero crítico de algunos pasos de la Iglesia, que adora a sus hijas y nietas, que sube el Cerro San Cristóbal todos los domingos y que está seguro […]

Dice que no cambiará su pequeño auto por nada del mundo, pese a la presión de algunas personas debido a su nuevo cargo. Dice que es católico pero crítico de algunos pasos de la Iglesia, que adora a sus hijas y nietas, que sube el Cerro San Cristóbal todos los domingos y que está seguro 100% de realizar una gran tarea en su nuevo desafío como decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello.

Así es el doctor Jaime Contreras Pacheco, el nuevo Decano de Medicina de la Universidad Andrés Bello, nacido hace 63 años, un reconocido cirujano colon-rectal titulado en la Universidad de Chile y que hoy se encuentra en el sillón del decanato que dejó la Dra. Colomba Norero.

Caminando con paso corto pero decidido, el doctor llega hasta la pileta central de la Casona de La Condes para la sesión de fotos y entrevista necesaria en su nuevo rol como decano. No es algo que le acomode, pero sabe lo importante que es comunicar a toda la comunidad universitaria la noticia de su nueva labor. “Sinceramente jamás se me pasó por la mente cuando llegué a la Universidad que algún día llegaría a ser decano”, abre el diálogo el doctor Contreras. Sin embargo, desde su llegada en 2007, poco a poco comenzó a develar que el camino lo guiaría a la cima de la Facultad.

-¿Cuál es el sello que usted le quiere impregnar a la Facultad?

El sello del Dr. Uribe fue fundamentalmente lograr la consolidación de la Facultad dentro de la Universidad, es decir, transformarla en una facultad poderosa. El de la Dra. Colomba Norero, en cambio, fue claramente el de la inclusión, hacer sentir a las otras escuelas como parte de ella. Mi sello está dirigido a completar este objetivo, pero principalmente trabajar con las sedes Viña del Mar y Concepción. Además pretendemos lograr la acreditación de las cuatro carreras de la Facultad, ya que nos faltan Tecnología Médica y Nutrición y Dietética.

-¿Qué medidas concretas ya piensa definir?

Santiago no es Chile. Viña del Mar está cerca nuestro y a veces se nos olvida que tiene carreras potentes, lo mismo que Concepción, entonces, lo primero que definí es que los consejos de Facultad serán en las 3 regiones, por cada dos en Santiago, uno en Viña del Mar y uno en Concepción. Ya tuvimos uno en mi gestión en Concepción y me sentí muy gratificado de recibir por parte de las autoridades de carreras una gratitud enorme.

-¿Está la idea de potenciar y retener a nuestros académicos de excelencia?

Sí, ya con la doctora Norero habíamos empezado a trabajar el año pasado en la planificación estratégica de las distintas facultades y tenemos que presentarlo en los próximos días en prorrectoría que será la base del presupuesto del próximo año, y tenemos cinco proyectos, dos de ellos tienen que ver con este punto. Uno es de capacitación docente: vamos a crear unidad en apoyo a la docencia en cada carrera, como lo que tiene medicina, por lo tanto las personas que los directores de carrera consideren que tienen un tiempo con la universidad, aunque estén a honorarios, podrán recibir una capacitación docente dirigida por profesionales adecuados que vamos a contratar con los recursos que podamos ganar en la planificación estratégica. Lo otro tiene que ver con la renovación docente, queremos que cada directora de escuela y a la Dra. Marcela Assef, que asumirá como directora interina de la Escuela de Medicina hasta fines de agosto, que busquen entre las personas que ya han mostrado fidelidad con la institución, que tienen buena evaluación de los alumnos, del jefe de programa y que le ofrezcan un contrato definitivo.

Los otros proyectos tienen relación con la Simulación Clínica, ya que queremos ampliarlo a todas las escuelas y que por lo menos el 10 a 15 por ciento de toda la malla curricular se haga en simulación  clínica. Lo otro tiene que ver con el postgrado e investigación. Tenemos tres grupos potente: la llegada del Dr. Guido Mora, para lo que contrataremos un infectólogo; la llegada del centro Cimis; y la alianza del Dr. Eduardo Landerer con Medicina Veterinaria. También estamos haciendo un concurso de ayudante de alumnos en investigación, porque queremos que los jóvenes más talentosos y que sienten que la investigación puede ser su futuro, se involucren.

Sin dejar la consulta

-¿Cuáles serán los cambios que tendrá que hacer en su vida con este nuevo nombramiento?

Los cambios yo ya los había hecho. Soy casado en segundas nupcias, siempre he tenido una relación maravillosa con mis dos hijas y qué decir con mis tres nietas (Celeste, Amanda y Emilia). Además una muy buena relación con mi ex esposa. Desde ese punto de vista yo ya había ordenado mis cosas, para dedicarme a mi trabajo profesional. Por suerte tengo mi consulta propia, somos pocos los médicos que estamos quedando en Santiago con consulta propia, por ello acomodo mis horarios según lo que me voy planificando o me va planificando la autoridad.

-Entonces, ¿no va a dejar de atender en su consulta?

No todavía, porque creo que lo manejo bien. Estoy todos los días en la universidad, mínimo hasta las cinco de la tarde y los días martes y jueves que no hago consulta me quedo hasta más tarde si es necesario. No tengo problemas de venir los sábados, de hecho estamos haciendo la preparación del examen médico nacional en sábado y asistí en las primeras cuatro sesiones para ver cómo marchaba todo.

-¿Cómo asumieron la noticia en casa?

Mi esposa muy feliz, me decía que tenía que ser yo y nadie más. Ella es profesora parvularia y vivimos solos, por lo tanto conversamos todos los días de cómo me fue en el trabajo. Mis hijas orgullosísimas y felices.

-¿Cómo es la relación con sus hijas?

Muy cercana. Mi hija mayor Marcela va a cumplir 40 años y es periodista, la menor Javiera tiene 31 años y es arquitecto. Cuando me separé tuve miedo de que algo pudiera pasar con ellas, hicimos todos los esfuerzos por ambos lados. Cuando me separé, la menor estaba en cuarto medio y la mayor en los primeros años de periodismo. Ellas han sido un 7 y también me consideran a mí un 7. Quedamos de acuerdo que nos íbamos a juntar todos los miércoles en la noche en algún restaurante o en la casa de mi hija mayor para conversar y comer. Después de varios años, me casé y Leticia, mi esposa, y mis hijas tuvieron que conocerse y darse cuenta que no eran rivales. Por su forma generosa de ser, Leticia adora a mis hijas y es capaz de cualquier cosa por estas niñas.

– ¿Usted nunca soñó con tener hijas médicos?

Buena pregunta. Conocí muchos colegas que decían que sus hijos tenían que llevar su profesión. Nunca tuve eso en la cabeza, incluso cuando mis hijas tenían diez y once años yo sabía que iban a ser periodista y arquitecta por los talentos que tenían, nunca influí para que estudiaran algo relacionado con la salud. Creo que el mundo médico, lamentablemente en esa época y ahora más, para ser bueno, tenías una carga tan importante que afectaba a la familia. Tal vez eso me pasó a mí, si eres hombre lo puede sortear más fácil que si eres mujer. Hice turnos durante 14 años y no se los doy a nadie. Uno llega al día siguiente a la casa agotadísimo y con los tiempos totalmente cambiados: los niños quieren jugar, la esposa quiere conversar y uno sólo quiere dormir.

-Es una carrera en que se gana bien, pero parece que el costo de calidad de vida es alto…

Con la diferencia que hoy los jóvenes ganan buen dinero, antes no era así. Un médico recién recibido, si quiere tener un cargo del servicio de salud, más un turno de noche en el mismo servicio o en la urgencia, puede ganar un millón 400 mil pesos, recién titulado, lo que era impensado en mi época.

-¿Es un mito o verdad la creencia que está Dios y los médicos?

Ya no. Porque los médicos están totalmente cuestionados por la sociedad. Cada vez que sucede un evento inesperado, la prensa habla inmediatamente de negligencia. Error, porque negligencia significa que no hiciste lo que sabías que tenías que hacer o sabiendo que el paciente se te iba a complicar, le hiciste daño. Yo soy cirujano de colon y en algunos casos traté de hacer lo mejor posible, puse toda mi técnica, mi cuidado pero lamentablemente las cosas no anduvieron y el paciente murió. Cada vez que tuve un paciente grave, sus familiares pensaban que después de Dios venía yo, pero ahora no, hoy lo van a crucificar inmediatamente.

Prietas con puré, Colo Colo y el Cerro

Pese a sus labores, el doctor Contreras, tiene una rutina sagrada: Los sábados salir a pasear con su esposa y los domingos subir el Cerro San Cristóbal todos los domingos y participar en la misa.

– ¿Es un hombre que elige vivir sano?

No fumo, lo hice alguna vez, pero hoy no. No me considero un trabajólico, pero soy muy responsable, por ello no es posible destinar un día más a la semana para poder subir el Cerro San Cristóbal. Vivimos en Ñuñoa y los sábados caminamos hasta Providencia, acompaño a mi esposa. Comemos sanos, lo único que me mata la alimentación son los eventos sociales.

-¿Cuál es su debilidad en comer?

¡Las prietas con puré! Puedo ir pensando: “Comeré pollito con ensalada”, pero si veo en el menú prietas con puré, las voy a pedir. Pero en general, para la edad que tengo, me muevo, corro, me agacho, me tiro al suelo para jugar con mis nietas.

-¿Cree que en el fútbol, la U. de Chile gane la Copa Libertadores?

Quiero que la gane porque es de Chile, pero yo soy colocolino. El fútbol es cíclico, en algún momento, Colo Colo va a renacer. Siempre digo: “Mi papá antes de ir al registro civil, nos inscribía en el Colo Colo”. Es un recuerdo de mi papá y mantengo una costumbre de él: Jamás en la vida he pagado para ver un partido por la televisión, sino que escucho los partidos por radio. Tengo una radio chica con la que me siento en la terraza y mientras me tomo un café y leo el diario, escucho los partidos de Colo Colo.

-¿No va al estadio?

Voy muy poco, más a la selección. Al Monumental dejé de ir por el ambiente. Un sábado llegaron mis nietas a almorzar y las dos mayores jugaban en una terraza y yo estaba viendo el partido de Chile-Bolivia y de repente viene el palo de Vargas y yo dije: “¡cresta, palo!” y mi nieta Amanda me dice: “¿Tata, qué dijiste? Y le comentó a sus papás que yo estaba usando palabras feas.

-¿Qué otros gustos tiene?

Me encanta el buen cine, con Leticia vamos bastante al Biógrafo en Lastarria, porque nos gusta el barrio y vemos libros antiguos, y somos muy buenos para caminar. Dejamos el auto en la casa y nos vamos en Transantiago. Me gusta leer e intercambiábamos libros con la Dra. Norero y gracias al ex director de carrera de Viña, el doctor Eduardo Bastías, entramos a un taller de cuentos y que él fue nuestro maestro. Escribo cuentos de ficción, llevo 14 cuentos escritos desde el 2009 y todos tienen algo de mis vivencias. Escribir es una terapia fantástica.

-¿De dónde viene esa afición por la lectura?

De la casa. Mi papá fue contador y mi mamá dueña de casa. Todos los días teníamos una revista. Pese a que mi papá no ganaba mucho, sabía que leer era fundamental. Cuando tuve 12 años, mi mamá y yo hicimos un negocio de crianza de pollos y patos, vendíamos huevos y las aves grandes. Después iba con mis ganancias a una librería en Vicuña Mackenna con 10 de Julio y me gastaba todo en libros.

-¿Cómo le gustaría verse en diez años más?

Probablemente retirado de la rutina diaria. Quizás dedicado a escribir, a pasear, a conocer otros lugares como Vietnam o Camboya. Me encantaría que la Universidad Andrés Bello, me premiara al término de mis años con un año sabático para poder ir a estudiar literatura a una universidad Española o norteamericana. No me gustaría vivir en Santiago, sino que tener una casa en Maitencillo. Me encantaría después del desayuno, salir a caminar esa larga playa y volver con las empanaditas de marisco para el almuerzo con una buena copa de vino, leer el diario, dormir una buena siesta y salir a caminar… Es lo que me gustaría, pero no sé si se pueda…en pedir, no hay engaño.

Escrito por: Prensa-UNAB