Catherine Lathrop, Abogada UNAB, en entrevista de Revista Ya, El Mercurio
Este martes 5 de julio, Revista Ya, El Mercurio, la entrevistó a nuestra Abogada UNAB, Catherine Lathrop para sección «oficina con vista»
Nuestra Egresada de Derecho y Abogada UNAB, Catherine Lathrop, es socia de Lathrop & Blanco, además de litigante en el caso Penta y actual querellante en casos AC Inversions y Arcano. Desde que terminó sus estudios en nuestra universidad ha destacado por su impecable desempeño en distintos casos judiciales de gran repercusión social y complejidad, ha sido Defensora Penal Pública, y considerada dentro del ranking «Leading Lawyers Chile 2015» como una de las mejores profesionales especialistas en delitos económicos del país. Este martes 5 de julio, la periodista María Cristina Jurado de Revista Ya, El Mercurio, la entrevistó para su sección «oficina con vista», texto que compartimos a continuación.
Usted litigó como abogada penalista en elñ caso Penta. ¿Qué características personales cree usted le ayudan en esta forma de ejercer su profesión? ¿Qué le atrae del Derecho Penal?
Soy muy detallista, estudiosa de mis casos, autoexigente, perseverante, lo que va unido a una mente abierta a mirar e identificar los asuntos que veo desde una perspectiva macro: los casos penales responden a una estrategia que requiere una mirada amplia. El Derecho Penal afecta la vida y el destino de las personas, los valores jurídicos que están comprometidos son mucho más relevantes que en otras áreas del Derecho.
Estamos hablando de garantías fundamentales de las personas. Eso me apasiona. El Derecho Penal, desde mi perspectiva, tiene que ver con el lado más sensible y expuesto al sufrimiento de las personas. Tienes una oportunidad de hacer una diferencia.
Si los casos penales pueden rozar área jurídicas delicadas, ¿cuán difícil es para una abogada penalista asegurarse de que su cliente no le mienta?
Uno no es infalible, pero hay una cuota grande de intuición y otra de experiencia. De hecho, me he visto sorprendida, pese a mis filtros. A estas alturas hay varias cosas en las que uno se fija, la consistencia del argumento es una. Otra muy relevante es el lenguaje no verbal de las personas, el que aprendes a leer a través de relacionarte con ellas. Fui muchos años defensora pública, una maravillosa escuela en una época en que la reforma en Santiago casi no tenía participación de abogados particulares. Los juicios orales preparan mucho: cuando interrogas a un testigo, un perito, un imputado o un querellante, mientras le vas preguntando y ahondando en su relato, su postura, seguridad y argumentos te vas dando cuenta de la fidelidad de su versión.
En el caso Penta, usted se reveló como una abogada que se involucraba con su cliente. ¿Hasta dónde llega el compromiso personal de un penalista?
Yo no sé no tener una relación directa con la gente que represento, no sé no involucrarme. Cuando alguien busca a un abogado que ejerce en el ámbito penal, llega siempre desde la angustia, desde la desesperación, desde un conflicto grande. El conflicto detrás de una víctima de un delito penal, desde los abusos sexuales o violaciones, a los delitos patrimoniales, como los que estoy viendo en este momento donde la gente lo ha perdido todo, produce intensa angustia. La gente dice «no, si es plata».
Pero es que la plata trae detrás educación, salud, vivienda, alimentación. Y si piensas que nada es gratis en este país…
Usted fue socia de un estudio jurídico antes de los 40 y el año pasado se independizó. ¿Ha sido difícil moverse en un mundo de hombres?
Hay una imagen que me marca muy profundo y que vuelve muchas veces a mi mente, durante el alegato en la Corte Apelaciones de (Hugo) Bravo. Recuerdo una imagen, donde uno veía, literalmente,una formación de puras chaquetas azules caminando. Los que alegamos éramos seis o siete, pero debe haber habido veinte abogados hombre. Esa imagen define ese día. Un ejército que camina en bloque, intimidante. Un bloque que avanza y que, de alguna manera, simboliza lo cohesionado que es este mundo de los abogados. (…) Pero yo opté por ser panelista. Y cuando opté por dedicarme a esta rama del derecho, opté por un compromiso con mis clientes para entregarles el ciento por ciento de mí. En este rol, no soy mujer. No soy hombre. Soy abogado.
Escrito por: Prensa-UNAB