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Investigadores UNAB son parte de estudio internacional que revela los orígenes de pandemia mundial de anfibios

Una investigación internacional publicada hoy en la prestigiosa revista Science, en la que participaron científicos de la Universidad Andrés Bello, reveló que un hongo letal que está devastando poblaciones de anfibios en todo el mundo puede haberse originado en Asia.

El Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), conocido también como el hongo quítrido, ha sido identificado como una de las causas detrás de la disminución y extinción de especies de ranas, sapos, salamandras y otros anfibios en varios continentes. Si bien se encuentra ampliamente distribuido a nivel global, hasta el momento no existe claridad sobre dónde aparecieron por primera vez las cepas mortales de este patógeno.

Una investigación, Doctorado en Medicina de la Conservación de nuestra casa de estudios.

Si bien los biólogos saben desde la década de los 90 que Bd estaba detrás del declive de muchas especies de anfibios, hasta el momento no habían sido capaces de identificar exactamente de dónde vino. Como conclusión, el estudio resalta la necesidad de reforzar la bioseguridad en las fronteras, e incluso plantea la prohibición del comercio de anfibios como mascotas, para garantizar la supervivencia de las especies susceptibles a la enfermedad.

Toma de muestras, hallazgos y desafíos

El hongo quítrido se transmite de un animal a otro y se propaga rápidamente en los ambientes naturales, causando una mortalidad catastrófica y disminuciones en algunas especies, mientras que otras se ven afectadas en menor medida. El hongo causa una enfermedad llamada quitridiomicosis, que ataca la piel del animal, engrosándola y afectando su capacidad para regular los niveles de agua y electrolitos, lo que finalmente conduce a un paro cardíaco. Dentro de las especies amenazadas por el hongo, se encuentra la ranita de Darwin y la rana Chilena, ambas endémicas de Chile.

Para desarrollar este estudio, un equipo internacional perteneciente a 38 instituciones aisló el hongo desde diversas regiones del mundo, para luego analizar el genoma de 234 aislados (muestras).

El análisis genómico global contó con muestras de Chile obtenidas desde las Regiones del Maule, Los Ríos y Aysén. Este proceso fue liderado por el Dr. Soto-Azat, quien junto a Andrés Valenzuela y Mario Alvarado, ha trabajado durante diez años con esta enfermedad, generando información relevante sobre la presencia y los impactos de la quitridiomicosis a nivel local, además de construir redes de colaboración.

Luego del muestreo se realizó el análisis de los datos, observando las diferencias entre los genomas. A partir de las muestras se identificaron cuatro linajes genéticos principales del hongo, tres de los cuales se distribuyen a nivel mundial. Un cuarto linaje se encontró únicamente en la península de Corea, en ranas nativas de la región.

Se encontró que los cultivos de este linaje coreano contienen mucha más diversidad genética que cualquier otro. Un análisis más profundo del Bd coreano no mostró antecedentes de brotes globales dentro de sus genomas, lo que sugiere que las cepas coreanas eran nativas de la región, y se asemejan más al ancestro común de todos los Bd modernos.

“Por mucho tiempo se creyó que esta enfermedad se había originado en África. La relevancia de este estudio radica en que a través de técnicas moleculares de última generación y una comparación genómica global, se aclara el origen de la enfermedad que ha causado la mayor cantidad de extinciones, y que ha sido la más devastadora para la biodiversidad en la historia reciente del planeta”, explica el Dr. Claudio Soto.

Origen temporal y alcances de la investigación

Utilizando los datos genéticos, el equipo pudo hacer una estimación temporal de cuándo la cepa letal de Bd se separó de su ancestro más reciente. Estos hallazgos apoyan la hipótesis de que, en lugar de remontarse a miles de años, como ha sido sugerido por otros estudios, la enfermedad se expandió muy recientemente, sólo entre 50 y 120 años atrás, coincidiendo con la rápida expansión global del comercio internacional durante el siglo XX, y el intercambio de anfibios como mascotas exóticas, para fines medicinales o como fuente de alimentación. Apoyando esta teoría, el equipo encontró cepas asiáticas de Bd en sapos de vientre de fuego orientales utilizados como mascota.

Según los investigadores, el movimiento de anfibios realizado por el ser humano, ya sea de manera intencional o de forma inadvertida, ha contribuido directamente a la diseminación del patógeno en todo el mundo, y estiman que el número de especies afectadas probablemente aumentará. Agregan que este estudio proporciona pruebas contundentes que sustentan una prohibición del comercio de anfibios desde Asia, debido al alto riesgo asociado a la exportación de cepas de hongo quítrido fuera de esta región. A pesar de que el hongo fue listado como enfermedad de notificación obligatoria por la OIE (Organización Mundial de Salud Animal) en 2008, las barreas de bioseguridad han fracasado.

“En el estudio de enfermedades, epidemias y pandemias en general, el origen espaciotemporal es fundamental. Conocer a fondo su historia y epidemiología permite elaborar las mejores estrategias de manejo, o bien crear las medidas de mitigación que correspondan para poder controlarlas”, dice el Dr. Soto-Azat. Según explica el investigador UNAB, si bien ha habido intentos por combatir la enfermedad, el hecho de que se trate de un hongo microscópico que prolifera en ambientes acuáticos hace prácticamente imposible erradicarlo, a menos que se trate de ambientes muy reducidos como las islas.

La medida más efectiva hoy en día es evitar el ingreso del hongo o de nuevas cepas que puedan hacer más complejo el escenario. Los gobiernos deben informar sobre la presencia de esta enfermedad e implementar en el corto plazo medidas activas para regular o prohibir el tráfico de anfibios. Estos procesos de pérdida de biodiversidad tienen un efecto directo en el bienestar del ser humano en la medida que el desarrollo sustentable depende de todos los organismos vivos y recursos naturales del planeta. En el actual escenario de extinción masiva de especies, casi en todos los casos están asociadas a causas antropogénicas, por lo que es nuestro deber proteger a las especies y su valor intrínseco”, concluye.

Escrito por: Prensa-UNAB