Doctora Colomba Norero: Toda una vida dedicada a la medicina y la docencia
Dice que no llora nunca, que es muy porfiada y que no es fácil vivir con ella, pero también se desprende de sus palabras una dulzura y coherencia que invitan a conocerla más. Así es Colomba Norero Vodnizza, médico especialista en nefrología pediátrica que asume como la nueva decana de la Facultad de Medicina de la […]
Dice que no llora nunca, que es muy porfiada y que no es fácil vivir con ella, pero también se desprende de sus palabras una dulzura y coherencia que invitan a conocerla más. Así es Colomba Norero Vodnizza, médico especialista en nefrología pediátrica que asume como la nueva decana de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello, tras la partida del Dr. Pedro Uribe a la rectoría de la UNAB.
Hace cuatro años que llegó a nuestra Universidad y hoy se enfrenta a un nuevo desafío en su vida. Hecho que conoce muy bien, pues sabe lo que es pasar obstáculos, no por nada fue una de las primeras mujeres que se atrevió a desafiar al sistema en la década de los 50 al estudiar Medicina. “Mi abuelo italiano era médico rural en un pueblo en la Liguria y mi padre emigró a Chile por la Segunda Guerra Mundial. Él no llegó a ser médico pero siempre en la familia rondó la idea de la medicina”, comenta.
– Entonces en sus genes está el amor por esta profesión…
– Sí… Yo era buena alumna en el liceo y entré a Medicina cuando en la U. de Chile entraba sólo un 15% de mujeres y en la Católica ninguna. Todas las mujeres que en aquella época entrábamos a medicina éramos porfiadas, esforzadas y trabajadoras.
– ¿Cómo fue el paso de dejar la medicina clínica y dedicarse a la academia?
– Trabajé como pediatra muchos años en el Hospital San Juan de Dios, pero siempre mezclaba la docencia en la U. de Chile con la clínica. Un buen día, el doctor Jorge Las Heras presentó su candidatura a decano de la facultad y me preguntó si quería ser vicedecana. No lloro nunca, pero esa vez cayeron unos lagrimones cuando dejé el hospital.
– ¿Cómo fue su llegada a la UNAB?
– Me vine a la Universidad Andrés Bello porque al mirar todo el espectro de universidades nuevas me pareció interesante por su carácter pluralista y su investigación. No conocía al doctor Pedro Uribe pero conversamos y me contó su proyecto y me encantó. Creo que ha sido una decisión afortunada que me ha permitido trabajar en equipo.
Calidad y prestigio
– ¿Cómo vislumbra esta nueva etapa como decana?
– El primer desafío es la re-acreditación de la Escuela de Medicina, pero la preocupación máxima es la calidad. Si somos exigentes y las cosas se hacen bien, nos ganaremos el prestigio que nos merecemos. Tenemos un plan estratégico de aquí al 2013, que incluye que los docentes adquieran las nuevas tecnologías de la enseñanza y la apliquen con los alumnos y a nivel de campos clínicos. También nos parece fundamental dar a conocer y ocupar el Centro de Simulación. Otra arista es el tema de la investigación.
– ¿Qué pasa con los postgrados?
– El desarrollo de especialidades médicas es una cosa trascendental para la Facultad, ya que se autopotencia con sus mismos alumnos y renueva cuerpo docente. En estos momentos contamos con psiquiatría (este año se titulan los primeros egresados), gineco-obstetricia y traumatología ortopedia. Por sentido social y deber país debemos tomar en cuenta qué necesita Chile como especialidad y tratar de desarrollarla.
– Cuando termine su periodo, ¿Cómo quiere que sea reconocida la Facultad?
– Como una Facultad seria, que está haciendo bien su trabajo, que está mejorando día a día, que le pone todo su empeño en la formación integral de sus alumnos y docentes en todas sus carreras.
Amor de familia
A la doctora Norero se le ilumina el rostro cuando habla de su familia, especialmente de su marido, con quien se casó en sexto año de la carrera (eran compañeros), cumpliendo ya cincuenta años de matrimonio. Además es madre de dos hijos y abuela de cinco nietos.
– ¿Cómo es su relación con los nietos? ¿Le dicen «nona»?
– No, me dicen Tati. Nos entendemos extraordinariamente bien. Nos tratamos de tú a tú, manejo el lenguaje de ellos. Mantenemos una actitud muy abierta, conversamos de todo, me critican, nos garabateamos, salimos de viaje juntos, lo pasamos bien. Reconozco que me llama la atención la forma de vestir que tienen, por ejemplo, mis nietas andan muy a la onda, es lo que les gusta. Aunque tengan dinero van a comprarse ropa americana en Bandera.
– ¿Cuál es el secreto para llegar a los 50 años de matrimonio?
– La paciencia del marido (risas). Los dos nos hemos acompañado en la vida. Mi marido fue radiólogo y se retiró hace dos años. Él ha sido el hombre fuerte de la casa siempre, me ha apoyado y sigue siendo la figura sobre la cual todos giramos.
– Tras 50 años de matrimonio, ¿ama a su marido?
– Creo que nos amamos. Como todo matrimonio, se tienen momentos altos y bajos, pero la clave es la amistad. Queremos mucho a nuestra familia. Mi marido está muy orgulloso de sus hijos y nietos. Y también de mí, de mi carrera en medicina. Es la única persona con la que me libero. Soy muy impulsiva por ser hija de italiano y croata. No soy una persona fácil con quien vivir.
– ¿Y usted cocina?
– Harto mal, diría yo. Aprendí a cocinar pero teniendo a una persona en la casa que cocinaba bien como Marta (su empleada de confianza por 40 años) ¿qué me iba a meter yo? Los días domingo, me dejaba comida hecha. Todos dicen que lo mejor que cocino es el arroz.
Sonia Tamayo Herrera
stamayo@unab.cl
Escrito por: Prensa-UNAB