CONOCE A TU PROFE | La uruguaya que perdió al amor de su vida, salió adelante y situó a la UNAB como su segunda casa
La Dra. Raquel Castellanos lidera con éxito la Oficina de Educación en Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello, sede Santiago. Esta uruguaya se instaló en Chile en el 2007 y convirtió a la UNAB en su “segunda casa”, como ella misma describe. Esta es su honesta y emotiva historia.
Antes de comenzar la entrevista, la Dra. Raquel Castellanos González es categórica: “La verdad es que seré yo misma”, advierte. Y sí, con la transparencia y generosidad que la caracteriza, esta uruguaya –nacida en Montevideo hace 50 años- abrió aspectos desconocidos de su vida, relató su dolor, sus alegrías y sueños.
“A la UNAB aterricé en el segundo semestre de 2007. Primero trabajé a honorarios y al siguiente semestre me ofrecieron contrato. Decidí dejar el puesto en anatomía patológica en el Hospital Sótero del Río y, a partir de ese momento, la UNAB se convirtió en mi segunda casa”, destaca la Dra. Castellanos, quien hoy lidera con éxito la Oficina de Educación en Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello, sede Santiago.
¿Cómo ha sido su camino en los estudios?
¡He hecho tantas cosas! Soy Médico cirujano e hice el postgrado de Anatomía Patológica, ambos en la Facultad de Medicina Estatal en la Universidad de República Oriental del Uruguay. Concomitantemente realicé un magister en Neurobiología en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, la cual me llevó a realizar una pasantía financiada por la universidad, de cinco semanas en el College de France de París, trabajando en cultivos de células del sistema nervioso de roedores y de tumores del sistema nervioso humano. Una experiencia increíble, inolvidable, de gran aprendizaje en todos los sentidos. Cuando llegué a Chile empecé a profundizar en la capacitación del área de la docencia. Hice primero el diplomado de Educación en Ciencias de la Salud y luego el Magister en Educación en Ciencias de la Salud, ambos en la Universidad de Chile. Además, entre medio, he realizado muchos talleres y cursos cortos, soy un poco inquieta intelectualmente e intento conocer lo más reciente de las disciplinas en las que me desenvuelvo. Actualmente, estoy cursando un Doctorado en Educación.
¿Cómo nació su gusto por la docencia?
Bueno, en realidad el comienzo resulta ser un poco fortuito. Siendo estudiante de medicina y cursando cuarto año, con 21 años, me presenté a un concurso de oposición para ayudantes que había publicado la Cátedra (departamento) de Histología y Embriología, de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República de Uruguay. Estudié varios meses incluido todo el verano y gané el que sería el primer concurso de varios en mi vida profesional ingresando como “ayudante de Histología”. A partir de ahí, seguí avanzando en la estructura docente de este mismo Departamento, a través de otros concursos de oposición muy exigentes en los que había pocos cupos y compañeros postulantes muy sólidos. Luego llegué a Chile y seguí en la misma área, dando clases y capacitándome. Así continuó asentándose mi gusto por esta disciplina. Hoy, estoy dedicada 100% a la docencia e investigación docente; lo disfruto mucho y siento que es el área que me hace feliz.
¿Cómo es su relación con los estudiantes?
Me gusta creer que es muy buena. Habría que preguntarles a los estudiantes si piensan lo mismo. Yo siento que el vínculo con los jóvenes me revitaliza. Ellos te hacen pensar, te cuestionan, te dan cariño y, al mismo tiempo, te exigen de diferentes formas. Me gusta enseñar las disciplinas que imparto, pero intento también trasmitir algo más que eso. En el mundo actual, los estudiantes pueden encontrar prácticamente todo en la web, por eso creo que lo importante es transmitir “el cómo”, “donde”, y enseñar como seleccionar y relacionar la información. Es fundamental enseñar para la vida fuera de la universidad, transmitir o fortalecer valores, y para eso es importante una buena relación.
¿Sabe si le tienen algún apodo?
No tengo idea si me dicen de algún modo, tal vez la uruguaya, o la argentina, porque muchos creen que soy argentina. Lo más seguro es que sea la “vieja de histo” (risas). No me molestaría para nada. En todo caso es la ley de la vida, lo hice yo también cuando era joven estudiante.
¿Cuáles han sido sus máximos logros en lo profesional?
Considero que cada paso en las diferentes áreas que he incursionado han sido pequeños y grandes logros. Yo soy primera generación de profesionales en mi familia, y he logrado gran parte de los objetivos que me he propuesto, con un tremendo apoyo familiar. La Oficina de Educación en Ciencias de la Salud de la Facultad de Medicina UNAB Santiago (OFECS), tal vez sea la más reciente de las actividades, que creo que he llevado con éxito. A lo largo de los años he transitado por diferentes áreas con alto rendimiento. Sin embargo, le doy más importancia a los logros personales o, mejor dicho, a lo que tienen que ver con las personas y no con lo estrictamente profesional. Ojalá haya dejado una buena huella por los diferentes lugares en lo que me he movido, creo que esos son los mayores logros que me gustaría recordar.
«Ellos (los estudiantes)te hacen pensar, te cuestionan, te dan cariño y, al mismo tiempo, te exigen de diferentes formas. Me gusta enseñar las disciplinas que imparto, pero intento también trasmitir algo más que eso».
¿Cuáles son sus planes en lo profesional?
Me gustaría seguir trabajando en la OFECS, planificando y desarrollando actividades. Una de mis máximas aspiraciones es establecer una cultura de investigación en Educación en Ciencias de la Salud en nuestra universidad. Por otra parte, continuar avanzando en el doctorado en Educación. Comencé en marzo, hace 9 meses y he logrado completar cinco de las siete asignaturas exigidas en la primera parte, estudiando por las noches y los fines de semana.
Reponiéndose a los dolores
Dicen que la vida nos sorprende, pero a veces lo hace con noticias que no quisiéramos enfrentar. La Dra. Castellanos tuvo que reponerse a una mala jugada del destino: Enviudó hace seis años.
“Con mi esposo (Dr. Guillermo Severi) pololeamos desde los 20 años, nos conocimos siendo estudiantes de medicina en la universidad y estuvimos casados 18 años. Aún no he tenido una nueva pareja. Tengo tres hijos, que son un motor generador importante y fuente de gran orgullo: Rodrigo de 22 años, Bruno de 20 años -ambos estudiantes de ingeniería-, y María Julia de 11 años, en el colegio. Todos son uruguayos, la más chiquita llego a Chile en brazos, tenía apenas un mes.
¿Cómo ha sido este tiempo en Chile?
Chile es un país hermoso, que tiene montañas, playas, desierto, geiseres, lagos, ríos, bosques y parques maravillosos. He tenido la suerte de viajar y conocer muchos de estos bellos lugares. Pero sin duda para mí lo más significativo es la gente. Aquí en Chile, vivimos momentos muy duros cuando falleció trágica y repentinamente mi esposo Guillermo Severi, también médico y profesor de campo clínico de la UNAB, en un avión ambulancia. En ese entonces, nuestros hijos varones eran adolescentes de 16 y 14 años y Julia tenía 5 años, y sentimos un apoyo incondicional de la gente. En el colegio, en la universidad, en cada lugar recibí una mano extendida, palabras de aliento y cariño. Los amigos y compañeros han sido un pilar fundamental que nos han hecho salir adelante; estoy tremendamente agradecida con cada persona.
¿Extraña su país?
Y sí, sufro de “uruguayés” como dice una canción conocida entre los veteranos de mi país que se llama: “a la ciudad de Montevideo”, del grupo musical “Los que iban cantando”. Siempre uno extraña a la familia, la idiosincrasia de su pueblo, los amigos que te esperan para tomar un mate, el conversar con cualquier persona en cualquier lugar, aunque no la conozcas. Extraño la rambla de Pocitos, cerquita de donde yo vivía, ver los atardeceres en el Rio de la Plata, comprar unos “bizcochos” en la panadería de barrio. Uno pierde mucho del día a día de la familia, las reuniones de los domingos, los cumpleaños. Pero la tecnología nos acerca mucho, además de que Montevideo está a 1500 km, más cerca que Punta Arenas.
¿Se quedaría en Chile?
De todos modos, yo ya hice un lugarcito aquí, he generado profundos lazos y tengo gente muy querida que hacen que me sienta bien. En la medida que uno va escribiendo una historia de vida en el lugar y va integrando grupos sociales en el trabajo, en la comunidad, en el colegio y generando grupos de amistad, uno pasa a sentirse querido y valorado. En definitiva, uno encuentra su lugarcito en el mundo y creo que el mío está aquí.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Variadas cosas, pero lo que más disfruto es cocinar. La cocina es “mi lugar”, los fines de semana o en la semana, aunque llegue cansada de trabajar coloco música diferente dependiendo del estado de ánimo incursiono géneros como, música clásica, ópera, rock, pop o música popular uruguaya. Mientras cocino, mis hijos se instalan a conversar compartiendo unos mates. Allí se han dado grande conversaciones y reflexiones de vida. La cocina es el centro que nuclea a la familia. Me gusta mucho invitar a los amigos a casa y agasajarlos con comida casera, disfruto ser anfitriona. También me gusta leer, estudiar, ver películas y series.
¿Un placer culpable?
Obviamente comer, aunque cada vez va siendo menos culpable y se nota (risas).
«En la medida que uno va escribiendo una historia de vida en el lugar y va integrando grupos sociales en el trabajo, en la comunidad, en el colegio y generando grupos de amistad, uno pasa a sentirse querido y valorado. En definitiva, uno encuentra su lugarcito en el mundo y creo que el mío está aquí».
¿Qué le gusta comer?
Todo me gusta. Salado o dulce, desde comida rápida hasta la más sofisticada (risas).
Si se encuentra con un genio de la lámpara y le dice que le cumple tres deseos: ¿qué le pediría?
Que difícil pregunta. No estoy segura si necesitaría pedir algo en verdad. Tengo una familia maravillosa, en la que nací y crecí, y luego la que adquirí a través de mi esposo y de la que me siento parte, y muy querida. Guillo fue un compañero sensacional, un ser humano muy especial con el que formamos una familia de la que me siento orgullosa. La vida ha sido muy generosa, he podido realizarme en lo profesional y personal, en cada paso de mi camino siempre he encontrado alguien que me ha abierto una puerta y he sabido aprovechar las oportunidades. Me ha dotado de un poder de superación que me impulsa a seguir viendo la vida con alegría, tratando ser mejor día a día y planteándome más desafíos a desarrollar. Si tuviera que pedirle algo sería que mis hijos sigan bien, que persigan los objetivos que se han propuesto, pero que disfruten de la vida en este camino, que es en sí mismo la felicidad. Me gustaría tener salud y capacidad para poder seguir viajando y admirando las maravillas de la naturaleza y del mundo.
Escrito por: Sonia Tamayo